Todavía estaba el Partido Popular en estado de conmoción por el batacazo electoral en Cataluña, otro más en el último año, cuando el viejo mandamás, José María Aznar, saltó a escena para arremeter con dureza contra su heredero, Mariano Rajoy, al que designó con el dedo para sustituirle. Un auténtico zurriagazo en vísperas de las elecciones generales que ha removido los cimientos de la sede nacional de su partido. Todos los peperos en cargos de dirección han salido a proteger al agredido dialécticamente ante la cercanía de la cita electoral. Pero la voz de Aznar truena con fuerza en el interior del partido que él dirigió e intenta seguir manejando en la sombra. De ahí, vienen los roces y los choques con el actual equipo directivo. La distancia entre los dos últimos presidentes del PP viene de lejos y este último movimiento del jefe de la fundación FAES evidencia la falta de sintonía cada vez mayor entre ambos. Mal ambiente interno para encarar un proceso electoral en diciembre que va a suponer un cambio en la Moncloa. Y esas malas perspectivas en las urnas explican el nerviosismo y los rifirrafes en el seno del PP.
El Gobierno de Andalucía ha elaborado el ‘Protocolo de detección e intervención en la atención a víctimas de la ciberdelincuencia de género’. Es el primero que se pone en marcha en España, lo que demuestra que esta comunidad es pionera en la lucha contra la violencia machista. Aquí se hace un trabajo diario y constante para la prevención y el combate contra esta lacra social, adaptándose a las nuevas realidades que van surgiendo.
Es una triste realidad la persistencia de la violencia de género que sufren las jóvenes y las adolescentes y sus nuevas formas, riesgos y consecuencias por el uso de las redes sociales. El equipo de profesionales del Instituto Andaluz de la Mujer ha detectado en la atención psicológica a las víctimas adolescentes que están apareciendo nuevos rasgos, derivados de las propias características de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs).
Por ello, en los últimos dos años se ha trabajado desde la Junta para abordar esta nueve desafío que se nos ha presentado. En el diseño de un protocolo de actuación con la aportación de representantes de las fuerzas de seguridad y expertos informáticos. El documento va dirigido a todo el personal que atiende a las víctimas en la red de recursos del IAM (psicólogos, juristas, trabajadores sociales…) para que sepan cómo actuar ante la ciberdelincuencia de género.
La iniciativa es novedosa en toda España. En nuestro país aún no existe ni un protocolo de actuación ni un marco normativo específicos para esta materia, más allá de lo previsto en el Código Penal. Las TICs y las relaciones a través de las redes sociales exigen respuestas adecuadas. Y el Gobierno que preside Susana Díaz evidencia sensibilidad y anticipación con esta medida.
El plebiscito de Artur Mas ha fracasado. Una mayoría de catalanes (52%) ha votado por la permanencia en España a través de distintas opciones políticas. Como han sido Mas y el conglomerado de Junts pel Sí (JpS) los que han hecho de estas elecciones autonómicas una consulta a favor o en contra de la independencia, es evidente que no han conseguido su objetivo. Los independentistas han ganado en escaños, pero no en votos. La inmensa mayoría de los medios han certificado que JpS ha logrado la victoria en los comicios pero ha perdido el plebiscito. El otro partido secesionista, la CUP, radical de izquierdas, le ha echado un jarro de agua helada a la aspiraciones del todavía presidente: ha descartado la declaración una declaración unilateral de independencia al no conseguir una mayoría de síes y veta a Mas para repetir en el cargo. Al todavía president se le habrá agriado el cava tras una celebración poselectoral sobreactuada.
Estamos ante una oportunidad perdida para los catalanes. Estos comicios no han servido para hablar de los problemas reales de los ciudadanos de esta comunidad autónoma: el paro, la privatización de la sanidad o los planteamientos excluyentes en el ámbito educativo…. Ni una palabra ha trascendido sobre cómo mejorar la vida de los catalanes. El ruido de las banderas ha silenciado todo lo demás y en lugar de unir, se han usado para dividir. Ahora que han pasado las elecciones y el viaje a ninguna parte de Mas queda en dique seco, toca ponerse a trabajar para restablecer la convivencia. El presidente catalán es el responsable de la fractura social que hay superar con diálogo y con política con mayúsculas.
Le corresponde al Gobierno de la nación liderar una solución al conflicto que cuente con todos y que garantice la unidad de España, el respeto a la legalidad constitucional y la igualdad de todos los españoles vivan donde vivan. El inmovilismo de Mariano Rajoy no arregla nada. Tiene que tomar el toro por los cuernos en la recta final de legislatura. No hay tiempo que perder. Si no lo hace el actual inquilino de la Moncloa, la tarea le corresponderá al nuevo presidente que salga de las urnas en las elecciones generales de diciembre. En las vísperas de las navidades se producirá un cambio de rumbo político en España. Entretanto, tenemos que empezar a construir un país atractivo y de futuro en el que todos nos sintamos cómodos. No es tiempo de enfrentamientos estériles, sino de coser y conciliar con diálogo y voluntad política. El frentismo no conduce a la solución.
Javier Maroto es una de las caras nuevas que Mariano Rajoy incluyó en su círculo de más estrechos colaboradores tras los malos resultados del Partido Popular en las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Forma parte de ese elenco de nuevas caras elegidas para borrar el rostro cruel de un Gobierno que ha producido sufrimiento a la inmensa mayoría de los ciudadanos con recortes de derechos y libertades. Pues resulta que Maroto no encarna ese perfil amable y centrado que ahora intentan proyectar el equipo de propaganda pepera. En menos de una semana hemos pasado de un gesto de ruptura con el pasado y los tabúes de la derecha (la boda con su novio en presencia de la plana mayor de su partido) a otro autoritario e incompatible con la democracia.
El que fuera alcalde de Vitoria se permitió amenazar en directo al periodista Jesús Ruiz durante una entrevista en ‘Las mañanas de Cuatro’. Ante la insistencia del conductor del programa televisivo en conocer si estaba de acuerdo con la comparación del ministro del Interior sobre la guerra de las banderas en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona con lo vivido en Euskadi en los años duros de ETA, el dirigente popular le lanzó una amenaza en toda regla: «No reescriba mis palabras porque entonces vamos a tener un problema. Yo no he dicho que la situación en Cataluña y la que se vivió en el País Vasco es lo mismo. ¡No me reescriba porque entonces tendré que llamarle a la atención!”. No tiene buen encaje el teóricamente moderado Maroto. No son formas y muchos menos cuando ya rodó en ese programa la cabeza de Jesús Cintora por las presiones del PP. La derecha se cree que los medios de comunicación son suyos.
Me siento español y andaluz. Sin complejos. Son dos sentimientos que se retroalimentan y se refuerzan. Pero no hago ostentación de ninguna de las dos condiciones. Quizá porque me considero también ciudadano del mundo y sintonizo con la visión internacionalista que tradicionalmente encarna a la izquierda. Hago esta reflexión al calor de la invitación de la dirección de Radio Televisión Española a sus trabajadores para jurar o prometer la bandera. La propuesta suena estrambótica, de otro tiempo. Una sobreactuación que no pasaría de ser una anécdota si no fuera por el contexto político en que se produce. Da la sensación de que los rectores del ente público quieren profundizar en la ceremonia de la división con este gesto inaudito y extemporáneo. Hacen falta movimientos que faciliten la convivencia y desterrar de una vez toda la parafernalia que alimenta la fractura social o la apropiación de símbolos colectivos. Las banderas, como sostiene Susana Díaz, han de servir para emocionar y unir. En cambio, en este país preferimos manosearlas más de la cuenta o darnos directamente con el palo en la cabeza. Alguna lección deberíamos extraer de lo que está sucediendo y no usar el patrimonio de todos con fines particulares o excluyentes. Quien quiera puede jurar la bandera en España. Nuestro ordenamiento jurídico le asiste si quiere hacer valer este derecho (Orden DEF/1445/2004, de 16 de mayo). Todo lo demás tiene a tufo a oportunismo en un momento importante para el futuro de este país.
La comunicación política ha de ser creíble, cuando menos verosímil. Cuando se exagera, se frivoliza o se falsea la realidad, el mensaje produce el efecto contrario al que persigue o incluso genera vergüenza ajena. Al director de campaña del PP andaluz, que son los que mandan en el partido de la gaviota, Mariano Rajoy dixit, se le encendió la bombilla y le escribió a la número dos regional, Dolores López Gabarro, una de esas frases supuestamente ingeniosas para ganar un titular. Y ésta, presta y dispuesta, la hizo suya y comparó a la presidenta andaluza, Susana Díaz, con su homólogo catalán, Artur Mas. Políticamente se parecen tanto como un huevo a una castaña. Dicen que las comparaciones son odiosas y, en muchas ocasiones, también ociosas. Ésta en concreto es tan ridícula como falsa y choca incluso con el mensaje de su jefe Rajoy. El presidente del Ejecutivo dice compartir al 100% la tesis de la dirigente socialista sobre la defensa del orden constitucional en el modelo de Estado. Pues no sólo desbarra el autor intelectual de la ocurrencia sino que contradice lo que mantiene su presidente. Una circunstancia que da idea del guirigay interno que hay en el PP, que cada cual sigue el ritmo que le marca el director de campaña. Una banda sin director y sin partitura. Nadie duda de la posición de Susana Díaz en el debate territorial y conoce sus dos líneas rojas inquebrantables: la unidad de España y la defensa de la igualdad de los ciudadanos vivan donde vivan. Eso sí, no va a permanecer callada ante los agravios del Gobierno de la nación con esta tierra.
El manoseado ‘y tú más’ es una de las causas de degradación de la actividad política a los ojos del ciudadano. Por echar al adversario sus miserias a la cara no mejora la posición propia. Erradicar este nocivo vicio debería formar parte del libro de cabecera de cualquier organización. Sin embargo, cuando aprietan las circunstancias la válvula de escape suele ser buscar el empate en lugar de dar las explicaciones pertinentes o depurar las responsabilidades sin más. Como el ‘y tú más’, resulta igual de aborrecible la doble vara de medir: exigencia feroz con el de enfrente y complacencia con los de dentro de casa. En eso, el Partido Popular tiene todos los records en el libro Guinness. Los peperos actúan como justicieros implacables cuando la sombra de la sospecha rodea a sus contrincantes, les hacen la vida imposible, los despellejan en la plaza pública a modo de modernos inquisidores. Sin importarles la verdad, la presunción de inocencia o el estado de derecho. Eso sí cuando las cañas se vuelven lanzas en clave interna, ni son tan contundentes ni tan intachables, buscan todas las excusas para escurrir el bulto.
El último ejemplo ayer: la Fiscalía pide el encausamiento de la senadora y ex alcaldesa de Jerez, María José García Pelayo, por un contrato con la trama Gürtel y el presidente de la franquicia conservadora en Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, dice que se trata de «una imputación administrativa»… y que corra el aire. Es un chiste tan malo que en lugar de risa produce sonrojo. La pregunta es: ¿Si el afectado hubiera sido de otro partido la respuesta habría destilado tanta compresión y respeto? Seguro que no. Más allá del recorrido judicial del caso, ya veremos en qué acaba, lo que habría que pedirle a Moreno Bonilla y sus cuates es coherencia y que prediquen con los hechos. Lo honesto es empezar por dar ejemplo y aplicar siempre el mismo rasero para todos. Hacer caso al mensaje evangélico y no ver sólo la paja en el ojo ajeno cuando uno tiene una viga en el propio. Quizá sea mucho pedir a un PP que cree tener credenciales de superioridad. A ver si algún día aprenden porque tienen tanto que callar.
Foto.- PP de Jerez. Moreno Bonilla y García Pelayo en un acto electoral.
Mariano Rajoy no ha tenido un buen día ante los micrófonos de Onda Cero. El periodista Carlos Alsina ha dejado al descubierto las lagunas y las contradicciones del discurso del presidente:
Sanción por el contrato de Bárcenas
El PP tendrá que pagar una multa por fraude como consecuencia del despido simulado del ex tesorero. Respuesta desconcertante de Rajoy, como si no tuviera nada que ver con él: «No lo sé. Si nos ha puesto esta sanción la Seguridad Social, supongo que la pagaremos y punto».
Caso Gürtel
«Desconocía la existencia de una contabilidad B en el Partido Popular. Si existía era del señor Bárcenas». (Se le ha olvidado decir que era el ex tesorero el que repartía los sobresueldos a los altos cargos y por lo que se ve nadie le preguntó nunca de dónde salía ese dinero).
Tribunal que juzgará Gürtel
En el tribunal que juzgará este caso de corrupción estará Enrique López, un magistrado que ha sido propuesto en repetidas ocasiones por el PP para el Tribunal Constitucional.
– Alsina: Su presencia empaña la apariencia de imparcialidad que debe tener un tribunal.
– Rajoy: Esas decisiones no me corresponden… Eso corresponde a los propios órganos judiciales y a las propias personas el decidirlo. No me voy a erigir en juez de nadie.
– Alsina: Cuando el juez Garzón inició la investigación del caso Gürtel desde su partido le recordaban su relación con el Partido Socialista y el con el señor Pérez Rubalcaba…
– Rajoy: A mucha gente se la recuerdan muchas cosas (risitas).
Pérdida de nacionalidad española
Rajoy sostiene que los catalanes perderán la condición de español y europea si se declara la independencia. A partir de ahí, se produce un diálogo en el que el periodista desmonta la tesis del presidente (ver vídeo):
– Alsina: La nacionalidad española no la perderían los ciudadanos de Cataluña.
– Rajoy: Ah, no lo sé ¿Por qué no la perderían? ¿La europea tampoco?
– Alsina: Porque la ley dice que el ciudadano nacido en España no pierde la nacionalidad en un país extranjero si manifiesta su deseo de conservarla…
– Rajoy: ¿Y la europea?
– Alsina: Si son españoles, también tendrán la nacionalidad europea.
– Rajoy: Estamos ante una disquisición que no lleva a parte alguna.
Debate entre Margallo y Junqueras
Otro momento ‘caliente’ de la entrevista fue el referido al debate sobre Cataluña entre el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, y el líder de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras.
– Rajoy: Se va a celebrar porque el director de campaña lo ha dicho así.
– Alsina: Vaya poder tiene el director de campaña. ¿Habrá debate entre usted y Artur Mas?
– Rajoy: No. En todo caso eso lo decidiría el director de campaña… Tiene la suficiente finura para saber lo que tiene que decir.
– (Alsina insiste en el amplio poder de decisión del director de campaña)
– Rajoy (nervioso): Usted no es el director de campaña de mi partido.
Matrimonio homosexual
«Conviene fijarse en los hechos y no en las opiniones… Nosotros en su día pusimos un recurso, que el Tribunal Constitucional falló y, a partir de ahí, hemos acatado lo que han dicho».
Y una perogrullada
«Cataluña tiene una historia que no la tienen otros. Y otros tienen una que no tiene Cataluña».
Artur Mas no tiene la razón ni en el fondo ni en la forma. Su aventura independentista no conduce a ninguna parte y está plagada de falacias y falsedades para ocultar la verdad. Pero es que en la forma de defender la ruptura unilateral con España no está ni mucho menos afortunado. Produce bochorno escuchar a todo a un representante político usar un lenguaje tan zafio. Ni como chiste tiene gracia, por mucho que él sonría por su ocurrencia y el auditorio le aplauda la poca gracia. Recurrir al corte de mangas para despreciar al adversario no admisible para nadie y menos para un presidente autonómico. Constituye un gesto de mala educación que espolea la fractura social en lugar de conciliar y unir al pueblo catalán. Es una falta de respeto para los representantes de otras opciones políticas y, muy especialmente, para los ciudadanos de Cataluña. Poca altura de un político que se escuda en estos atajos dialécticos porque huye del camino del diálogo y el sentido común en una deriva separatista sin sentido. ¡Más seny, president!