Un gran fraude

La primera en la frente. Los recortes aprobados por el Gobierno de Mariano Rajoy constituyen un fraude electoral en toda regla y compendian unas decisiones de una dureza inusitada para las clases medias trabajadoras y para los sectores que menos ganan. Como estrambote, al más puro estilo de la derecha, una agresión gratuita a Andalucía. Y como sostiene la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, sólo suponen «el inicio del inicio». Pues habrá que prepararse que vienen curvas severas y consecuencias drásticas que recaerán en las espaldas de los de siempre.

El Partido Popular ha practicado con la sociedad española el timo de la estampita: todo la precampaña y campaña electoral ufanándose de que no iban a subir los impuestos y, de improviso, penalizan las rentas del trabajo, con la subida de la tributación del IRPF, y aumentan el impuesto de bienes inmuebles (IBI). No sólo han traicionado a la mayoría de este país, sino que hacen que paguen los que tienen nómina mientras que las grandes fortunas, las grandes empresas o las sociedades de inversión se escapan de rositas.

Se emprende un camino de reforma en el sentido contrario que exige la situación. Una senda que pasa por deprimir los salarios con la excusa de la competitividad, es decir, trabajar más y ganar menos, y ajustar las cuentas públicas aun a riesgo de conducir a la economía a una profunda recesión. Bajo este paraguas se explica que se congele el salario mínimo interprofesional o la retribución de los funcionarios, a los que se penaliza con 2,5 horas más de trabajo semanal. También se ha cerrado el grifo al estímulo y a la recuperación económica: menos inversión en educación, en políticas activas de empleo, en investigación y desarrollo y en obra pública.

A los pensionistas se les ha engatusado y, a la hora de la verdad, tendrán menos dinero que en 2011. Se sube linealmente todas las pensiones un 1%, sin distinguir las más altas de las más reducidas, cuando la inflación estará en el 2,5% y además se les grava más por la renta y por el IBI. Esto es, ganarán menos, perderán por poder adquisitivo. Este colectivo, que el PP ha venido manipulando durante los últimos dos años, reúne a las principales víctimas del engaño.

Son unos recortes, en definitiva, que van contra el empleo, contra los funcionarios, contra los pensionistas, contra los trabajadores y contra la igualdad de oportunidades. Y no se anuncia ninguna medida que nos permita alberga esperanzas de que se puedan crear puestos de trabajo.

En este primer paquete de agresiones sociales ha tenido un apartado Andalucía, un recorte cierto con cifras contantes y sonantes (100 millones de euros menos del Fondo de Compensación Interterritorial), un recurso de inconstitucionalidad a una ley del Parlamento y sin partidas para grandes obras como los metros de Sevilla y Málaga. Por si no fuera suficiente, querían eliminar para esta comunidad (y otras tres más) unas asignaciones obligatorias recogidas en sus respectivos estatutos. En caso andaluz, inversiones en una proporción igual a su población. Tenían intención de corregir una norma de rango superior como es un estatuto que cuenta con el refrendo de las Cortes Generales y del pueblo a través de un referéndum con un simple decreto.

Cuando se ha descubierto el intento, a través de la reseña del Consejo de Ministros colgada en la web de la Moncloa, han dado marcha atrás y han suprimido tan polémico punto. Y sin ningún tipo de pudor han sostenido que nunca ha estado: un pantallazo los deja en evidencia. Además de liantes, ignorantes porque un decreto no puede modificar una ley de rango superior como son los estatutos de autonomía. Estamos, por consiguiente, ante una broma sin gracia, una improvisación, una falta de coordinación o un bandazo. Ante la primera marcha atrás y sólo llevan diez días. ¿Cuántos vaivenes veremos en lo queda? Esperemos que el resultado final no sea la aplicación de una regla de tres simple.

Y son más las medidas ya aprobadas y las que vendrán. Parafraseando a la vicepresenta, es el inicio del inicio.

Una nueva afrenta

Javier Arenas nos tiene acostumbrado a sus trucos. En unos casos demuestra su instinto ratonero, la astucia de político pícaro que hilvana su currículum, y en otras ocasiones como prestidigitador de tres al cuarto quedan en evidencia sus fullerías o sus maneras chuscas. Lleva el presidente de Andalucía, Pepe Griñán, planteando una reunión con el nuevo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desde incluso antes que éste último tomara posesión del cargo y sigue esperando respuesta y recibiendo las andanadas de Arenas y su troupe ante tamaña osadía. Sin embargo, el jefe de la oposición andaluza se descuelga en las últimas horas planteando un encuentro con Rajoy, su jefe de filas, para abordar asuntos que atañen a la comunidad autónoma andaluza. Por mucho que disfracen la cita con el celofán del partido y se vean las caras en la sede de la calle Génova habrá que interpretarla como una afrenta en toda regla al legítimo representante democrático de los andaluces y las andaluzas. Se mueve bien Arenas en estos terrenos pantanosos de la descortesía institucional y del desprecio a las instituciones de su tierra. Me pongo en lo peor y estoy seguro que acertaré. A Arenas se le ve siempre la carta escondida en la bocamanga.

Salario mínimo

Hay materias en las que uno se siente especialmente legitimado para expresarse. Ante el anuncio de congelación del salario mínimo interprofesional (SMI) por parte del recién estrenado Gobierno de Mariano Rajoy, me siento como socialista con toda la autoridad moral para opinar. Los hechos cantan por sí mismos y existe uan gestión bien distinta si echamos la vista atrás. Dos ejemplos:

-Durante los dos mandatos de Aznar (1996-2004) el SMI creció 51 euros, mientras que en los siete años de Zapatero (2004-2011) el incremento ha sido de 181 euros.

-En la era Aznar el poder adquisitivo del SMI perdió cinco puntos, mientras que en la etapa socialista aumentó un 17%.

La decisión que tomará Rajoy es inaudita. Es la primera vez que no sube el salario mínimo en España desde que se creó. Y también es sintomático que empiecen a recortar por la parte de abajo de la pirámide social, los sueldos más raquíticos, y ni siquiera contemplen gravar para las rentas más altas. 641,40 euros dan para poco y un leve incremento de esta base salarial tan baja no arruinaría a ninguna empresa. Zapatero se fijó como objetivo dignificar esta retribución y el salto ha sido sustantivo aunque insuficiente si nos comparamos con algunos de nuestros socios europeos (1.500 en Irlanda y 1.300 en Francia, por ejemplo). Nuestro SMI es el sexto más bajo de la Eurozona, mejorando tres puestos en los últimos años.

Es lógica la reacción de indignación desde las filas de la izquierda y los sindicatos. Chirría más todavía la difusión de esta medida el mismo día que se conocen las dignísimas asignaciones que tienen los miembros de la Familia Real. Envolverse con el manto de la austeridad o de la gravedad de la crisis resultan unas excusas muy débiles, extremadamente simples. El Gobierno del PP muestra una alarmante insensibilidad social aplicar esta iniciativa regresiva e injusta. Quiera o no, Rajoy tendrá que abandonar la ambigüedad y demostrará que, pese al celofán, su programa es muy derechas. Tarde o temprano se les acabará cayendo la careta.

Foto.ABC. Rajoy, con Cándido Méndez (UGT).

Viejos y malos modos

Dice el refrán que la cabra siempre tira al monte. A las primeras de cambio, esta derecha triunfante subida en su ola azul ha vuelto a las andadas de las actitudes despóticas de la era Aznar. Mal comienzo para una legislatura con temas tan urgentes para acometer desde el consenso y la cooperación entre administraciones. La toma de posesión de la nueva delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, fue un ejemplo del sectarismo y de la falta de respeto a las instituciones autonómicas que recordó a otros infaustos tiempos. Desde el Gobierno de España se respondió a la mano tendida y a la oferta de colaboración lanzada por el presidente andaluz, Pepe Griñán, con un desplante injustificado e injustificable. Se presentó la flamante vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, con una delegación de la representación de Mariano Rajoy en el acto, una triquiñuela para desplazar y agraviar al jefe del Ejecutivo regional.

La maquinaria de la intolerancia del Partido Popular rebuscó una fórmula legal para agredir al presidente de los andaluces y las andaluzas, que demostró altura de miras al acudir a un acto para mejor gloria de sus adversarios políticos. ¿No cabían sendas intervenciones de Santamaría y Griñán en sintonía con el llamamiento que Rajoy ha hecho al PSOE para abordar ahora juntos (antes no) la lucha contra la crisis? No, optaron por el ninguneo. La cortesía política no parece estar en el manual de urbanidad del PP, o quizá están embriagados de tanto éxito que los mueve el fanatismo.

Estas argucias mezquinas tienen la firma de un político de antes y de ahora, Javier Arenas, instigador de la estrategia de confrontación con Andalucía durante los ocho años negros de Aznar para con esta tierra. No se trata de un desplante a un dirigente socialista, sino al primer representante del Estado en Andalucía y de los ocho millones y medio de ciudadanos de esta comunidad. Estando Arenas por medio y con la ansiedad de afrontar su cuarta tentativa a la Junta mucho me temo que no será la última. Han vuelto los viejos y malos modos de antaño.

Foto.- El Mundo.

Paso atrás

Ante determinados síntomas saltan las alarmas. La nueva ministra de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad, Ana Mato, no ha debutado con buen pie: ha considerado el asesinato de una mujer a manos de su pareja en Roquetas del Mar, el primero desde que accedió al cargo, como violencia del ámbito familiar y no como violencia de género. No es una simple cuestión semántica o de nomenclatura. Esta concepción del terrorismo machista reduce esta la lacra social al ámbito doméstico y privado, dando muchos pasos atrás en el camino conquistado en los últimos años. De manera intencionada o involuntaria, las palabras de Mato nos retrotraen al enfoque de hace una década. Devolver la violencia hacia las mujeres al ámbito privado es inaceptable, es un problema que tiene dimensión pública y que ha de implicar a toda la sociedad. Y, por supuesto, obliga a realizar el máximo esfuerzo institucional para apoyar a las mujeres que la sufren. Haría bien la flamante ministra en actualizar no sólo su vocabulario, sino su visión de un fenómeno con consecuencias trágicas (ya van 56 víctimas en este 2011). No cabe ni el más mínimo retroceso.

Foto.- El Mundo.

Merecido homenaje

Merecido homenaje a los maestros y las maestras, a los profesores y a las profesoras de la educación pública. Y más en los tiempos que corren de desplantes hacia la figura del docente (con Esperanza Aguirre y las abigarradas huestes neoliberales dinamitando su prestigio) y de recortes y cortapisas a su labor. Juegan un rol esencial para la construcción de una sociedad mejor y para garantizar la igualdad de oportunidades. El cuerpo docente no sólo enseña, sino que actúa como garante del mantenimiento de este derecho. El acceso a una educación de calidad (y su aprovechamiento) nos abre las puertas del futuro. No demos ni un paso atrás en su defensa.

Biblias

La inmensa mayoría de los nuevos ministros del Gobierno de Mariano Rajoy han jurado sus cargos sobre la Biblia. Sólo dos componentes, Soraya Sáenz de Santamaría y Luis de Guindos, lo han hecho sobre la Constitución. Y no sólo eso: presidía la mesa en tan solemne acto terrenal un crucifijo. Quizá sea un simple detalle sin importancia. O no, como remacharía el nuevo jefe del Ejecutivo. Supone todo un síntoma en un estado aconfesional como el nuestro, según reza en el articulado de nuestra carta magna. ¿Qué valor tiene la Biblia en un acto jurídico como la toma de posesión de los cargos de representación política? Me da a mí que ninguna. Sería tanto así como jurar o prometer sobre una novela o un taco de periódicos usados. Se jura o promete por «conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo… Con lealtad al Rey, guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado«. Esta fórmula legal no hace alusión a pasaje evangélico alguno.

En el ámbito privado de las creencias religiosas, la Biblia puede representar muchísimo, ser el documento de cabecera o el cuaderno de bitácora que rija los destinos vitales de una persona. Sin embargo, en el espacio público de un país donde se ha establecido la división entre Estado e Iglesia (quizá no tanto como algunos desearíamos) chirría esta imagen. Esta confusión de planos no se justifica porque la mayoría se declare católica (el número de practicantes reales es ya harina sobre otro costal). ¿Tendría validez administrativa la partida de bautismo frente al DNI? La respuesta no ofrece ninguna duda. Hagamos una traslación de este planteamiento a todas las esferas de la vida pública y pongamos a la Constitución en su sitio. ¡Que una determinada moral religiosa no prepondere sobre el marco de convivencia que consagra la ley de leyes!

Siete claves del nuevo gobierno

Mariano Rajoy ya ha hecho público el equipo y la estructura de gobierno para afrontar esta legislatura. Dejando claro de antemano el deseo de acierto en su labor, un acierto que será bueno para todos, no me gusta la alineación y el sistema de juego presenta algunas peculiaridades a tener en consideración. Algunas claves desde esta modesta tribuna.

1. Los mercados tienen cartera en el Consejo de Ministros. El ministro de Economía, Luis de Guindos, aterriza desde Lehman Brothers, el banco norteamericano que nos sumió en esta crisis, la entidad adalid de la avaricia. Los banqueros nos han metido en esta crisis y ahora pretenden apagar el fuego que han generado con la misma gasolina de hace unos años. En Italia, Grecia y ahora en España el sector financiero ha tomado las riendas. Cuando ponen a la zorra a cuidar a las gallinas… Además, vienen tiempo de dieta severa y de ajustes feroces.

2. Confusión de lo público y lo privado. El ministro de Defensa, Pedro Morenés, procede de una empresa armamentística (Instalaza). De la alianza de las civilizaciones y del papel de la ONU en la resolución legal de los conflictos internacionales, a ensalzar el negocio de los señores de la guerra. La paz queda a expensas de las cuentas de resultados de multinacionales del horror.

3. Un gobierno muy masculino. Diez hombres, contando a Rajoy, y sólo cuatro mujeres se reunirán cada viernes a buscar soluciones para el país. El retroceso en igualdad es palmario. Mucha foto en el balcón de la calle Génova el 20-N y a la hora de la verdad decisiones pasadas por el tamiz masculino.

4. Menos peso de Andalucía. Tres ministros andaluces (Cristóbal Montoro, Miguel Arias Cañete y Fátima Báñez) frente a dos vicepresidentes (Manuel Chaves y el ‘gaditano’ Alfredo Pérez Rubalcaba) y dos ministros (Rosa Aguilar y Valeriano Gómez). Por mucho que se desgañite Javier Arenas vendiendo lo contrario, no cuela.

5. Promesas de boquilla. Se ha pasado la derecha, con el flamante presidente como mascarón de proa, hablando de reducción de la estructura administrativa en aras a una hipotética austeridad. Al final, toda esta verborrea farisaica se ha quedado en nada. El gobierno de Rajoy sólo tiene una vicepresidencia menos que el gabinete saliente. Una cosa es predicar y otra bien distinta dar trigo.

6. Ministerio compartido. Otro ejemplo de lo que el viento y la frágil memoria se llevó es la recuperación del departamento de Agricultura. Se ha quedado en una mera cuestión nominal. De Medio Rural y Marino a Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. La defensa de la agricultura no es sólo una cuestión semántica. ¿Y por qué olvida a la ganadería y la pesca? Más aún, siendo gallego.

7. Cultura de segunda. Se ha fulminado el Ministerio de Cultura y es una decisión cargada de ideología (un ajuste de cuenta a la conciencia progresista y, de camino, a ‘los de la ceja’). Y también supone una manifestación de insolvencia: las industrias culturales aportan mucho al producto interior bruto.

Foto.El Economista.