Se acabó lo bueno

Agosto toca a su fin y la normalidad se cierne sobre nuestras agendas. La ciudad comienza a tomar su ritmo, reabren algunos comercios, los bares levantan las persianas metálicas, las calles recobran el pulso, los peatones resucitan… Hay vida por fin en Sevilla, aunque el calor sofocante y abrasador sigue siendo el mismo de la segunda quincena, no hay tregua ni para que la reincorporación sea más llevadera, para hacer más soportable la depresión postvacacional. No es mi caso. Llevo de guardia prácticamente el mes entero y en mi ciudad desde el 14, salvo la escapada de este último fin de semana. Pese a todo, entro con energías en el curso político. Será cuestión de dosificar las fuerzas para llegar con aire a la recta final. Tocan a rebato.

Canción de amor

CANCIÓN DE AMOR
Rafael Alberti

Amor, deja que me vaya,
déjame morir, amor.
Tú eres el mar y la playa.
Amor.
Amor, déjame la vida,
no  dejes que muera, amor.
Tú eres mi luz escondida.
Amor.
Amor, déjame quererte.
Abre las fuentes, amor.
Mis labios quieren beberte.
Amor.
Amor, está anocheciendo.
Duermen las flores, amor,
y tú estás amaneciendo.
Amor.

Tu cuerpo está mi lado

TU CUERPO ESTÁ A MI LADO
Jaime Sabines

Tu cuerpo está a mi lado
fácil, dulce, callado.
Tu cabeza en mi pecho se arrepiente
con los ojos cerrados
y yo te miro y fumo
y acaricio tu pelo enamorado.
Esta mortal ternura con que callo
te está abrazando a ti mientras yo tengo
inmóviles mis brazos.
Miro mi cuerpo, el muslo
en que descansa tu cansancio,
tu blando seno oculto y apretado
y el bajo y suave respirar de tu vientre
sin mis labios.
Te digo a media voz
cosas que invento a cada rato
y me pongo de veras triste y solo
y te beso como si fueras tu retrato.
Tú, sin hablar, me miras
y te aprietas a mí y haces tu llanto
sin lágrimas, sin ojos, sin espanto.
Y yo vuelvo a fumar, mientras las cosas
se ponen a escuchar lo que no hablamos.

Dos palabras

Noche estrellas

DOS PALABRAS
Alfonsina Storni

Esta noche al oído me has dicho dos palabras
comunes. Dos palabras cansadas
de ser dichas. Palabras
que de viejas son nuevas.

Dos palabras tan dulces que la luna que andaba
filtrando entre las ramas
se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
moverme para echarla.

Tan dulces dos palabras
¿qué digo sin quererlo? ¡Oh, qué bella, la vida!
Tan dulces y tan mansas
que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.

Tan dulces y tan bellas
que nerviosos, mis dedos,
se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
cortar estrellas.

Yo no quiero más luz…

(Pongo de nuevo el hilo poético porque me tomo cinco días de vacaciones. He estado de retén o de guardia durante los últimos veinte días y ahora me tomo un respiro para coger impulso para el comienzo del curso político.)

YO NO QUIERO MÁS LUZ QUE TU CUERPO ANTE EL MÍO
Miguel Hernández

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.

Efecto mariposa

¡Cómo cambia la vida en un año! O incluso en menos tiempo. Cualquier paso, encrucijada, avatar, peripecia… te lleva a un destino impensado. Estamos sujetos al efecto mariposa. Siguiendo la teoría del caos, el batir de las alas de un lepidóptero en las costas de Japón provoca un tsunami en las playas del Pacífico americano. Esta imagen hiperbólica viene a expresar que cualquier modificación en las condiciones de un sistema provoca una profunda renovación de dicho sistema. Esta conjetura es aplicable a nuestra existencia. El más mínimo giro, por inesperado que éste sea, genera un nuevo horizonte, unas nuevas expectativas o una nueva situación. Que puede ser mejor o peor que la anterior, pero distinta, intensamente distinta. No estoy ajeno a esta teoría. Mi vida ha cambiado para bien en estos últimos meses. Para descorchar champán. Y hace 365 días, aunque lo ansiaba con convicción y firmeza, lo veía imposible. Una suave y benefactora brisa me ha arrimado a buen puerto. ¿Dónde agitaría sus alas mi mariposa?

La bendición de Rajoy

Rajoy-Barberá-Camps

Mariano Rajoy ha bendecido a Francisco Camps y a Rita Barberá. Ambos repetirán como cartel electoral del Partido Popular a la comunidad autónoma y a la alcaldía de Valencia, respectivamente, en mayo de 2011. El presidente del primer partido de la oposición ha descerrajado sus urgencias en una entrevista con Europa Press. Cada cual en su casa hace lo que quiere o estima más beneficioso para sus intereses. Ahora bien, el análisis de consecuencias indicia efectos secundarios. La sombra de la corrupción de Gurtel merodea los currículos de Camps y Barberá, con trajes de Milano y bolsos de Luis Vuitton sobre sus anchas espaldas, según se desprende del sumario del caso Gurtel.

No sorprende la confirmación. La cúpula del PP ha cerrado filas en este agosto desquiciado y se ha enrocado en una falsa teoría de la conspiración para achicar agua de los casos de corrupción que los asedian por los cuatro puntos cardinales de esta piel de toro. La explicación ofrecida por Rajoy es chusca y rezuma populismo: «En Valencia la gente está con el PP y con el señor Camps. Saben que han sido objeto de un ataque profundamente injusto«. Y en la década de los treinta del siglo pasado el pueblo alemán (o una gran mayoría) estaba con Hitler o el italiano con Mussolini. La argumentación de Rajoy hace aguas. No está en entredicho el apoyo electoral del presidente valenciano, lo que se ha puesto en solfa es su integridad y su honestidad. Un cargo público que, para más inri, ha mentido a la ciudadanía y se ha quedado tan pancho, ni siquiera ha ofrecido unas humildes disculpas por su solemne embuste.

Ha quedado demostrado que Camps renovaba su vestuario con los regalos sospechosos de una red corrupta que está siendo investigada por la justicia. Se puede leer en el sumario instruido por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia. La honra política de Camps está mancillada por su laxitud y su conducta reprochable desde el punto de vista ético y estético. No hay persecución, hay en el mejor de los casos moral relajada. No hay un ataque injusto, hay obsequios que huelen muy mal y un recurso de la Fiscalía Anticorrupción ante el prematuro e inexplicable archivo de una causa que tiene gato encerrado (muchos contratos públicos en Madrid y Valencia a la trama Gurtel más que contrastados, ¿a cambio de qué?).

Rajoy no tiene la más mínima duda… Otros muchos albergamos demasiadas sospechas y observamos una actuación que descalifica a un cargo público para los restos. En cualquier otro país occidental, Camps posiblemente ya no sería presidente. El PP se numantiniza y avisa irresponsablemente de un otoño políticamente caliente. Pensarán en la calle Génova que no hay mejor defensa que un buen ataque.

Foto.- El País.

Una lacra muy extendida

La violencia de género es una pandemia mucho más grave que la de la gripe A. Aunque se habla mucho menos de ella en los medios de comunicación (en España, con mucho esfuerzos, ya se ha convertido en un asunto de la agenda pública y de repudio social hacia el matón), sus consecuencias son extraordinariamente más dañinas, más preocupantes, más lacerantes. Se mata, agrede, humilla, veja, atemoriza, anula… a cientos de miles de mujeres en el mundo. Es una lacra que cabalga desbocada por nuestro planeta. No hace distingo de la situación de bienestar del país, ni de la clase social, ni del nivel económico o de estudios de las familias, ni de la religión… Es una herida que desangra a la sociedad en su conjunto y difícil de cicatrizar por el patrón de conducta de algunos (demasiados siempre) hombres con complejos obsesivos de superioridad.

Me enfrasco en esta reflexión tras concluir la lectura de Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson. La primera entrega de la trilogía Millennium es un alegato contra la violencia hacia las mujeres. Aparecen una serie de cerebros enfermos (Gottfried Vanger, Martin Vanger o el abogado Bjurman) y un rosario de víctimas, incluida la protagonista, Lisbeth Salander. Más allá de la trama, en la que se refleja con nitidez el horror y el rechazo radical hacia los agresores y su comportamiento enfermizo y despreciable, el escritor anticipa en cada una de las partes de la obra unos datos de la realidad de Suecia que ponen los pelos de punta y que apuntalan el argumento de la historia:

  • El 18% de las mujeres han sido amenazadas en alguna ocasión por un hombre.
  • El 46% de las mujeres han sufrido violencia por parte de algún hombre.
  • El 13% de las mujeres han sido víctimas de una violencia sexual extrema fuera del ámbito de sus relaciones sexuales.
  • El 92% de las mujeres que han sufrido abusos sexuales no han denunciado a la policía la última agresión.

Eso ocurre en Suecia, un paradigma de la igualdad y referencia del estado del bienestar. ¿Y nos sorprende, por ejemplo, la involución que se ha producido en Afganistán, un estado de estructura medieval? Nos queda mucho trecho por recorrer para erradicar el terrorismo que sufren muchas mujeres en silencio y no sólo en el tercer mundo.

PD.- El primer volumen de la serie de Larsson es bueno, recomendable desde un punto de vista literario. Más aún que la ficción y el estilo del autor, me interesa el sustrato ideológico, la denuncia frontal y sin rodeos del sufrimiento de muchas mujeres. Ya estoy con Millennium 2: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina.