A ver quién la dice más gorda. Desde la convocatoria de elecciones autonómicas en Andalucía, el Partido Popular ha entrado en una carrera de insultos y barrabasadas por su desesperación y falta de proyecto y sensibilidad hacia esta tierra. Los dirigentes de la derecha pepera (en Ciudadanos también se ha pisado en alguna vez la línea roja) están completando una auténtica antología del disparate. El que abrió la puja fue líder nacional, Pablo Casado, incluso antes de estar fijada la cita con las urnas el 2 de diciembre. Valgan solo unos ejemplos de estas últimas semanas:
Casado: ¿Qué pasa, que los andaluces sois de peor condición y no tenéis capacidad de probar otras siglas políticas, otras ideas sociales? (28 de septiembre)
Casado: «Se envuelve en la bandera de Andalucía como un burladero […] como si estuviéramos en la Cuba castrista«. (20 de octubre)
Casado: “Por mucho que le duela, Susana Díaz lleva a Torra y a Otegi en sus listas”. (27 de octubre)
Isabel García Tejerina, ex ministra: “En Andalucía lo que sabe un niño de 10 años es lo que sabe uno de ocho en Castilla y León” (18 de octubre)
Teodoro García Egea, secretario general: “La Junta gasta más en prostitutas que en educación” (18 de octubre).
Juan Manuel Moreno Bonilla, candidato: «¿Le ha dicho Díaz a Sánchez que no nos gusta que en Sevilla se insulte a la Macarena o al Cachorro? (28 de octubre)
Es sólo una recopilación de urgencia y centrada en Andalucía. En este tiempo también hemos escuchado a Casado llamar, entre otras lindezas, «golpista» al actual presidente del Gobierno. El líder del PP está tomando los derroteros de Trump, Salvini o Bolsonaro. Su hoja de ruta y la que impone en su partido es volver al aznarismo. Radicalización porque Vox les aprieta por la ultraderecha y Ciudadanos por el otro flanco.
Foto.– Paco Fuentes, El País.