Digo, dices…

DIGO, DICES…
Luis Alberto de Cuenca

Mírame, digo, ven a ver qué ocurre
en el país vacío de mis ojos,
en la desalentada pesadumbre
de mi cuerpo, en la noche de mi vida.
Sal de ti, dices, sal de tu silencio
deshabitado y dame una palabra

que me devuelva al mundo y me rescate
de este pozo de angustia y de amargura.
Mírame, sal de ti, dame el abismo
de tu amor, quémame, muérdeme el alma,
rómpeme, dale al viento mis cenizas.
Digo, dices, decíamos, diremos…

Sólo un amor

SÓLO UN AMOR
Alejandra Pizarnik

Mi amor se amplía.
Es un paracaídas perfecto.
Es un clic que se exhala y
su pecho se hace inmenso.
Mi amor no ruge
no clama
no ruega
no ríe.
Su cuerpo es un ojo.
Su piel es un mapamundi.
Mis palabras perforan
la última señal de su nombre.
Mis besos son anguilas que él
se ufana en dejar resbalar.
Mis caricias un chorro reminiscente
de música sobre fuentes de Roma.
Nadie pudo huir aún de su territorio anímico.
No hay rutas ni pliegues ni insectos.
Todo es tan terso
que mis lágrimas se sublevan.
Mi creación es una mojigatería
junto a su rubio carromato.
En estos momentos el tintero alza vuelo
y enfila hacia linderos inacabables
de mosquitos haciendo el amor.
Suena el fatídico sonido.
Ya no vuelo.
Es mi amor que se amplía.

Las joyas

Quiero cubrir de joyas tu cabello,
tu garganta y tu pecho, brazos, manos,
en memoria de todas las caricias
que te haga ahora y que te hice antes.

Como lluvia, las joyas en tus miembros,
como lluvia los besos de mi amor,
y bajo cada beso que se encienda
un nuevo resplandor, como una estrella.

Una joya por beso, que ilumine,
quieta noche, lo noble de tu cuerpo;
mas después del gran día, luego el día;
la esposa, sin las joyas, del esposo.

Joan Maragall