Nunca es tarde para empezar de cero, para quemar los barcos, para que alguien te diga: -Yo sólo puedo estar contigo o contra mí.
Nunca es tarde para cortar la cuerda, para volver a echar las campanas al vuelo, para beber de ese agua que no ibas a beber.
Nunca es tarde para romper con todo, para dejar de ser un hombre que no pueda permitirse un pasado.
Y además es tan fácil: llega María, acaba el invierno, sale el sol, la nieve llora lágrimas de gigante vencido y de pronto la puerta no es un error del muro y la calma no es cal viva en el alma y mis llaves no cierran y abren una prisión.
Es así, tan sencillo de explicar: -Ya no es tarde, y si antes escribía para poder vivir, ahora quiero vivir para contarlo.
!Schss, ¡no hagas ruido! Cierra los ojos, Ahora, aspira. Aspira este espeso silencio. ¿Sientes su vaivén? Es la hamaca de la soledad. ¿Lo hueles? Es el olor mezclado de los pueblos. Abre los ojos. Ya puedes expirar. Expirar los gritos inaudibles de quienes sufren y nunca vemos. Expirar este llanto que se ahoga en mi garganta