No hacía falta ninguna encuesta para designar al ganador del combate televisivo. Zapatero ha ganado el debate con mucha holgura y se ha mostrado sólido frente a un Rajoy que se merece seguir siendo aspirante.
Esta impresión personal se ha visto certificada por las consultas de urgencia realizadas por Cuatro, La Sexta o Antena 3. En la primera, de Opina para la cadena de Prisa, el 45,4% le otorga la vitola del triunfo a Zapatero frente a un 33,4 que ha visto mejor a Rajoy. El líder socialista gana al popular en ambos sexos y en todos los tramos de edades. En el segundo, para La Sexta, el margen aún es mayor: 45,7% frente 30,1% . El de TNS para Antena 3 ajusta el margen de apoyo a Zapatero a seis puntos: un 45, 4% por un 39,3%. Todos los estudios demoscópicos no dejan lugar a dudas: hay un vencedor claro y sin contestación.
Zapatero ha estado firme, creíble, sereno, sincero y conocedor de los asuntos que afectan a la ciudadanía; ha transmitido confianza, convicción, sensibilidad, valores y, sobre todo, autoridad (se le ha notado presidente), ha defendido su gestión y un proyecto de futuro que ya está en marcha. El candidato socialista ha dibujado un mañana de oportunidades a partir de los logros de una legisltura positiva en todos los órdenes. Ha blandido datos contra opiniones de parte, rigor contra demagogia, seriedad contra desmesura, preparación contra caricatura. En el tono, Zapatero se ha mostrado conciliador, educado, respetuoso y sereno, interrumpiendo lo justo y sin estridencias.
Rajoy daba la impresión que no se creía lo que decía, que recitaba de memoria, no comunicaba certeza sino un mensaje aprendido. Se ha aferrado a sus temas recurrentes de esta legislatura, a saber, el uso indecente del terrorismo, el grito apocalíptico de España se rompe y una visión xenófoba de la inmigración. Guión previsible trazado desde la factoría aznarista de la FAES con mucho catastrofismo y ninguna propuesta de futuro.
Se sintió molesto con todas las alusiones a su pasado en el Gobierno de Aznar, al 11-M o las mentiras de la guerra de Irak. ¡Mariano, es que tienes ya recorridos muchos kilómetros! De lo demás, pasó por completo: no reparó ni en las políticas sociales, ni en la igualdad entre hombres y mujeres, ni en la política exterior, ni en la seguridad ciudadana… A su bola. Rajoy ha estado bien para los sectores más radicales, los más de derechas, pero se ha alejado mucho del centro.
Si el duelo en el fondo se ha inclinado hacia la parcela socialista, en las formas la pulcritud de Zapatero, quizá a veces demasiado contemporizador, ha contrastado con la agresividad, la crispación, el acopio de insultos y la vehemencia del conservador. Por momentos, a Rajoy se le ha notado autoritario, acelerado, inseguro, rígido corporalmente, leyendo en demasía y con la mirada distraída o buscando reiteradamente algo en el plató.
El debate ha respondido a las expectativas. El duelo ha tenido interés, intensidad y utilidad para el electorado. Está claro que el presidente del Gobierno acertó cuando en su día propuso la celebración de los ‘cara a cara’, pese a las muchas reticencias puestas por el PP. Nos queda la segunda vuelta del partido. La eliminatoria no está resuelta, pero Zapatero la afronta con un resultado muy favorable.