Hemos disfrutado un fin de semana en Andalucía con unas temperaturas impropias. Los últimos días del mes de noviembre se asemejan más a la primavera que al invierno que está a la vuelta de la esquina. Ya nadie pone en duda que el calentamiento global es una realidad. Ni siquiera el primo de Mariano Rajoy. Hasta el presidente del Gobierno ya entiende que no se trata de alarmismo de la izquierda sino de un fenómeno que tiene efectos ya y que serán irreversibles dentro de unos años.
El mundo mira desde hoy a París, donde desde hoy y durante quince días se celebra una nueva cumbre mundial sobre el cambio climático. A diferencia de hace seis años en Copenhague, se acude a esta cita con una preocupación compartida: en el diagnóstico está todo el mundo de acuerdo, en las propuestas o en el grado de compromiso para hacerle frente ya no existe tanta unanimidad. Si proseguimos con esta dinámica destructiva y no limitamos las emisiones de gases de efecto invernadero, se está poniendo en riesgo no sólo nuestro ecosistema, también la supervivencia de decenas de miles de millones de personas. El futuro del planeta está en peligro.
Se parte de un documento de mínimos que reemplace y actualice el acuerdo de Kioto de 1997. La situación se ha agravado en estos 18 años por los incumplimientos de muchos países, y muy especialmente de grandes potencias como Estados Unidos y China. Es imprescindible en estos momentos alturas de miras y luces largas. 180 de los 195 participantes han presentado planes para reducir las emisiones. Tenemos que pasar de las palabras a los hechos. Estamos a tiempo de frenar las nefastas consecuencias del calentamiento global. Aún se puede prevenir, o al menos mitigar, luego no será posible curar.
Vídeo.- Declaraciones de Rajoy en 2007.