Ayer hablaron los ciudadanos de Andalucía y su voz se oyó alta y clara. Las elecciones autonómicas han supuesto una victoria clara y rotunda del PSOE en esta comunidad. Os dejó mi análisis en pinceladas de urgencia.
Susana Díaz es la ganadora de las elecciones. Con ella, los socialistas recuperan el primer puesto y lo que es más importante: la confianza mayoritaria de la gente con 47 diputados en la Cámara. El resultado es inapelable: 14 escaños y casi diez puntos sobre la segunda fuerza (PP) y 32 escaños y más de veinte puntos sobre la tercera (Podemos). El PSOE gana en siete de las ocho provincias, en 660 municipios (el 86% del total) y en el mundo rural y también en las zonas urbanas (15 de las 19 ciudades de más de 50.000 habitantes). Después de 33 años ininterrumpidos de gobiernos socialistas, Susana Díaz ha sabido impulsar un tiempo nuevo y una forma de gobernar que rompe con la vieja política.
El gran perdedor de las elecciones es el Partido Popular. Los andaluces han dicho no una vez más a las recetas de sufrimiento y desigualdad que encarna el PP. Han salido derrotados su candidato, Juan Manuel Moreno Bonilla, y también Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno asumió el protagonismo de la campaña, desplazó a su compañero del cartel electoral y, por tanto, el resultado y el fracaso son suyos. El PP ha obtenido el menor apoyo en 25 años y se han dejado en la gatera 17 escaños y medio millón de votos. Poca autocrítica se ha oído en sus filas después del descalabro. Se ha producido un cierre de filas artificial ante el desastre.
Los andaluces han frenado a Podemos. Consiguen entrar en el Parlamento con 15 escaños y un 14,8% de los votos. Este resultado está muy por debajo de lo que pronosticaban las encuestas y de lo que esperaban en la nueva formación política. Se queda en tercer lugar a mucha distancia del PSOE. Han reconocido desde la dirección nacional cierta insatisfacción por situarse por debajo de sus expectativas. Buena parte del electorado potencial ha identificado a Podemos con el radicalismo del Sindicato de Obreros del Campo, con Sánchez Gordillo y Cañamero, y se ha desencantado antes incluso de votarlos. La candidatura de Teresa Rodríguez no ha conseguido llegar al mundo rural.
Ciudadanos han entrado en el Parlamento con nueve escaños cuando hace apenas dos meses apenas si aparecían en los sondeos. Y lo ha hecho con la marca y con un candidato muy desconocido, Juan Marín. Este partido de nuevo cuño ha recogido el voto del desencanto del centro-derecha con el PP. Por primera vez desde hace 25 años, el PP pierde el monopolio en su espectro ideológico: le ha salido un competidor que le ha hecho un boquete en las zonas urbanas.
Izquierda Unida se hunde. De doce escaños pasa a cinco y se queda sin presencia en tres provincias. (Almería, Huelva y Jaén). No ha sabido rentabilizar su presencia en el Gobierno de la Junta, ha pagado sus coqueteos con la convergencia con otras fuerzas, especialmente Podemos, y ha realizado una campaña errónea en la definición de su adversario real. No han sido capaces de interpretar que iban al despeñadero pese a las alertas de todas las encuestas. Antonio Maíllo, su candidato, no han encontrado el registro para llegar a sus tradicionales votantes que se han ido a Podemos. Entre la copia y el original, la gente siempre prefiere lo segundo.