Atril vacío

Me gustó el debate a tres organizado por El País. El encuentro entre Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias dio juego en el fondo y en la forma. El formato fue ágil, dinámico y atractivo para la audiencia. El moderador, Carlos de Vega, ejerció y dirigió el debate: no sólo fue un cronometrador, intervino con neutralidad y marcó el ritmo para que nunca cayera la intensidad. Más allá del tuteo y de llamarse por el nombre de pila, los candidatos cambiaron los monólogos encadenados por el diálogo, tuvieron interacción, se interrumpieron como pasa en cualquier conversación y se expresaron con respeto sin renunciar a lanzar algún que otro dardo envenenado al contrincante.

Cada telespectador tendrá su opinión sobre quién ganó al contienda a tres. Honestamente, el que transmitió mayor seguridad y conocimiento fue Pedro Sánchez. El socialista se adaptó mejor al formato, habló claro y con aplomo pese a ser la diana de los otros dos contrincantes. Albert Rivera tuvo momentos brillantes pero rindió por debajo de las expectativas, esperaba un poco más de él, incluso se le vio más nervioso y atropellado que en otras ocasiones, le pudo la responsabilidad. Por último, Pablo Iglesias tuvo momentos y fue de menos a más, se fue ofuscando a medida que transcurrían los minutos y miró demasiado el guión que traía preparado, tanto leer le restó frescura. Estuvo por debajo de sus dos adversarios, que por fases monopolizaron la confrontación sin que pudiera meter baza el líder de la formación morada.

Sin lugar a dudas, el gran perdedor de este debate fue el gran ausente: Mariano Rajoy. El atril vacío es síntoma de una triste anomalía democrática y un gesto de soberbia o de pereza intelectual. Quizá no le viniera bien a su estrategia de campaña pero su plantón es una falta de respeto a los ciudadanos. El presidente del Gobierno se ausentó con excusas peregrinas y contraprogramó una entrevista en prime time en Telecinco. No tenía tiempo para el debate y sí para acudir a esta cadena generalista. Al de Atresmedia (Antena 3 y LaSexta) mandará a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Quizá los españoles a la hora de votar no olviden estos desaires, esta ausencia de compromiso con la calidad de nuestra democracia. En 2012, Javier Arenas dio la espantá en un debate en Canal Sur y lo pagó en las urnas. Que vaya poniendo Rajoy sus barbas a remojar…

Foto.- El País.

Mordaza y censores

La libertad de expresión se ha devaluado en este país en las últimas horas. La aprobación de la ley mordaza supone un retroceso a tiempos oscuros y nos aleja de los países de nuestro entorno. Qué antiguo y qué de derechas es el Partido Popular. Estos más de tres años de gestión de Mariano Rajoy se resumen en recortes y más recortes de derechos y libertades. El texto sólo responde a sus prejuicios ideológicos y no a las necesidades y demandas de la sociedad española. Hoy nuestro país ofrece una imagen más sombría. No es de extrañar que recién aprobada la flamante ley de Seguridad Ciudadana está ya recurrida ante el Tribunal Constitucional por vulneración de derechos fundamentales. El PSOE rechaza el castigo como uso preferente y la instauración de un Estado Policial.

Y en esta línea de silenciar toda la crítica social se han conocido dos noticias que ejemplifican el carácter censor de la derecha. Lo llevan en su ADN. Mediaset, la empresa propietaria de Cuatro y Telecinco, ha destituido al periodista Jesús Cintora por presiones directas desde la Moncloa. No tienen bastante con la manipulación de los medios públicos, usando lo que es de todos para sus intereses particulares, sino que meten sus tentáculos en los privados. Está claro que al PP no le gustan las voces discordantes, las que no responden al argumentario que reparte a diario la gaviota mensajera. No parece tampoco muy democrática la instrucción de la dirección de RTVE restringiendo lo que difunden los empleados de TVE y RNE en sus perfiles profesionales de Twitter o Facebook. La corporación les prohíbe que publiquen cualquier tipo de noticia que no haya pasado antes el visto bueno del organismo oficial. Casualmente, esta orden coincide en el tiempo con la aprobación de ley mordaza. ¿Y dónde queda la libertad de expresión consagrada en nuestra Constitución? Pisoteada por los censores.

Rayando la censura

El Partido Popular y sus representantes institucionales no digieren bien la libertad de información. Se permiten licencias muy poco compatibles con la democracia. Cuentan además con el apoyo acrítico de un imperio mediático de corte conservador que aplica un obsceno doble rasero, pasando la mano a los de su estirpe y cargando las tintas contra los adversarios ideológicos. A las ya tradicionales ruedas de prensa sin preguntas, se suman presiones disuasorias más o menos explícitas y un sinfín de cortapisas y obstáculos para el trabajo de los profesionales.

En el vídeo podemos ver la retención (en el sentido literal de la palabra) a la periodista Marta Nebot, del programa de Ana Rosa Quintana en Telecinco, por algo tan ominoso como acercarse a preguntar por las dramáticas cifras del paro de nuestro país a la ministra de Empleo, Fátima Báñez. Hace tan sólo unos días a un reportero de El Intermedio, el magazine humorístico de El Gran Wyoming en La Sexta, se le impidió la entrada a un acto de la alcaldesa de Ana Botella en un colegio. ¿Cuál será el próximo episodio de limitación al ejercicio de informar? Casos como éstos frisan con la censura. Así también lo interpreta Telecinco.

El desatino se multiplica con la explicación del responsable de comunicación de Repsol al «secuestro exprés», usando palabras de la propia Nebot en su cuenta de Twitter. «Son medios oficiales«, arguyó sin rubor al ser cuestionado porque se permitía grabar a otras cámaras. Una contestación tan desafortunada que nos retrotrae a los tiempos ya lejanos de la dictadura. Estimado compañero, o lo que seas, la Constitución española consagra la libertad de prensa. Repásate el artículo 20. Si se quiere hacer un acto privado, cualquiera está en su pleno derecho, pero que no se invite y no acrediten a los medios para luego coartar su labor.

PD.- Marta Nebot no tiene mucha suerte con el PP. Hace unos años, cuando era reportera de Cuatro, en un arrebato de chulería Aznar le coló un bolígrafo en el escote como única respuesta a una pregunta periodística. Bochornoso.