Morada de la luz

MORADA DE LA LUZ
Antonio Colinas

El hosco cielo va rodando arriba
y amenaza sobre los montes negros.

Al fin será esta casa mi morada
y hasta lo que es más duro en ella (ese muro
de piedra, tan rotundo),
dormirá sosegado en mi pupila.
En esta casa el tiempo es la ternura
y siempre callo hasta que sea el silencio
lo que discurra dentro de mis venas.
En mi morada no hay días ni noches.
Mi morada es mi día y es mi noche.
Cada mínima estancia es azotea.
Floto en su soledad, bebo en su sombra;
si ascendiendo a los desvanes de la luz
desciendo hasta un saber que ya no sabe.
Esta casa, en quietud, está girando
-planetario de amor-
en torno del remanso de los cuerpos.

En ella voy, sin ir, a cada sitio
y a sus goces regreso sin marcharme.
Todo cuanto busqué, aquí lo encuentro.

Esta morada es mundo sin el mundo.
En ella suena música que arrastra hacia el sin fin,
marea en la que voy
y vengo (¡mas tan quieto!)
recibiendo respuestas sin palabras
a preguntas que no mueven mis labios.
Y siento que tú estás aquí, aunque no estés,
y que yo estoy en ti, aunque no estoy.
Centro donde te veo al fin ¡tan cierta!;
centro donde, no estando tú,
en plenitud estás para salvarme.

Al fin el corazón ya ha retornado
a escucharse a sí mismo.
Qué dulzura este ir cerrándose a todo
para poderse abrir y comprenderlo todo:
Nada hermosa que lleva acariciando
mi piel para acallarme,
para acallarme aún más, y serenarme.

Morada del amor con sus anillos
de silencio que silban, mas no ahogan,
porque la sangre de los nuestros ya
no está para dolernos
(la sangre de los nuestros ahora es sólo
la luz de cobre que está ardiendo lenta
en torno a la copa del ciprés).

¡Morada en la marea de la vida,
morada en la morada de la luz!

La colina que escalamos

LA COLINA QUE ESCALAMOS
Amanda Gorman

Cuando llegue el día
y nos preguntemos,
¿dónde podemos encontrar la luz
en esta sombra de nunca acabar?

La pérdida que sobrellevamos.
Un mar que debemos vadear.
Tuvimos que hacer frente
al vientre de la bestia.

Hemos aprendido que la tranquilidad
no es siempre sinónimo de paz.
Y las normas y las nociones de lo que es justo
no siempre es así de justo.

A pesar de esto, el amanecer nos adelanta sin saberlo.
De alguna manera lo hacemos.
De alguna manera hemos aguantado
y visto una nación que no está quebrantada
sino simplemente por ser completada.

Nosotros, los sucesores de un país.
En un momento en el que una chica negra y flaca,
descendientes de esclavos,
y criada por una madre soltera,
puede soñar con convertirse en presidente
solo para encontrarse a sí misma declamando por una.

Y sí, estamos
lejos de estar refinados
lejos de ser inmaculados
pero eso no quiere decir
que nos esforzamos por formar una unión que sea perfecta.
Nos esforzamos por forjar nuestra unión con propósito.
Para componer un país comprometido con toda cultura,
color, carácter y condición del ser humano.

Y así levantamos nuestras miradas,
no a lo que se interpone entre nosotros
pero a lo que está delante de nosotros.

Eliminamos la brecha
porque sabemos que para poner nuestro futuro primero,
primero tenemos que poner nuestras diferencias a un lado.
Dejamos el armamento,
para extender sin impedimento nuestros brazos el uno al otro.
Perjudicar a alguien, no pretendemos,
sino harmonía queremos.

Dejemos este mundo
si no hay más que decir que esto es cierto.
Que aun cuando nos afligimos, crecimos.
Que aun cuando nos dolía, esperanza teníamos.
Que aun cuando nos cansábamos, lo intentábamos.
Que siempre estaremos unidos y victoriosos.

No porque nunca más conoceremos la derrota,
sino porque nunca volveremos a sembrar división.

Las Escrituras nos pide tener esta visión
que todo el mundo se sentará
bajo su propia vid e higuera
y nadie les hará temer.

Si vamos a estar a la altura de nuestro tiempo,
entonces la victoria no estará en el acero
sino en todos los puentes que hemos hecho.
Esa es la promesa de lo mejor.

La colina que subimos.
Si tan solo nos atreviéramos.

Porque ser estadounidense
es más que un orgullo que heredamos.
Es el pasado en el que nos adentramos
y de cómo lo reparamos.

Hemos visto una fuerza
que destrozaría nuestra nación
en lugar de unirla,
destruiría nuestro país
si eso significaba retrasar la democracia.
Y este esfuerzo casi tuvo éxito
pero mientras que la democracia puede ser retrasada periódicamente,
nunca puede ser derrotada permanentemente.

En esta verdad,
en esta fe,
es en la que confiamos.

Porque mientras tengamos los ojos puestos en el futuro,
la historia tiene los ojos puestos en nosotros.
Esta es la era de justa redención.
La temimos en su comienzo.

No nos sentíamos preparados
para ser los herederos
de una hora tan aterradora
pero dentro de ella
encontramos el poder
para un nuevo capítulo, componer
y esperanza y risas ofrecer
a nosotros mismos.

Así que, mientras nos preguntamos,
¿cómo podríamos prevalecer sobre la catástrofe?
Ahora afirmamos,
¿cómo podría la catástrofe prevalecer sobre nosotros?

No marcharemos de vuelta a lo que era
sino a lo que será.
Un país que está herido pero íntegro,
benévolo pero enérgico,
feroz y libre.

No nos harán volver,
ni detendrá la intimidación
porque conocemos nuestra inacción.
Y la inercia será la herencia de la próxima generación.

Nuestros grandes errores se convierten en sus angustias
pero una cosa es segura.

Si unimos la misericordia con el poder
y el poder con derecho,
entonces el amor se convierte en nuestro legado,
y el cambio, el derecho de nacimiento de nuestros hijos.

Así que dejemos atrás a un país
por uno mejor del que nos dejaron.
Con cada respiración
de mi pecho forjado de bronce,
levantaremos este mundo herido para ser uno extraordinario.
Nos levantaremos de las colinas doradas del oeste.
Nos levantaremos del viento barrido del noreste
donde nuestros antepasados idearon por primera vez la revolución.
Nos levantaremos de las ciudades rodeadas de lagos.
de los estados del medio oeste.
Nos levantaremos desde el sur que arde por el sol.
Reconstruiremos, reconciliaremos y nos recuperaremos.

Y cada espacio de nuestra nación
y cada rincón de nuestro país,
nuestra gente diversa y hermosa
saldrá maltrecha pero hermosa.

Cuando llegue el día,
saldremos de la sombra
en llamas ardiendo y sin miedo .

El nuevo amanecer florece mientras lo liberamos.
Porque siempre hay luz,
si tan solo somos lo suficientemente valientes para verlo.
Si tan solo somos lo suficientemente valientes para serlo.

  • Poema recitado por Amanda Gorman en la toma de posesión de Joe Biden como presidente de Estados Unidos. Traducción: Cultura Inquieta.

Escribo y apareces siempre

ESCRIBO Y APARECES SIEMPRE
Pureza Canelo

Este amor ¿canta o atestigua?
¿Confesión o hilos invisibles
sueño o verdad
la luz que visita
para hacerse vestido
tantos como mundos
que en este hermoso oficio
yo procuro?

Espiando tú mi pensamiento
aventuras:
canto y testimonio
no pueden separar
ave sobre velero
en el dominio mar y
siempre pagarás ser dueña
pues de agua llamaste un barco
que obedece.
No estoy conforme. Mira el ancho
de los versos:
Te amo bajo los astros
(testimonio sería)
o
Estamos abrazando al mundo
(canto parece).

Y te acercas a la mesa
para decirme
no pierdas más tiempo
de tus manos que escriben
cosa mejor conmigo
ni busques más amparo
que el de tu voz nunca indecisa
ni temerosa al lado de tu amor
que sabe el movimiento puro
del zarpazo cuando habitas
un rostro de escribiente
que me parece abismo
si acerco tu cintura
clavada en esta sala.
Ven, tu poema mejor
es el mío, lo mío, la esfera.

La presa en tus brazos
¿será este libro
puntada de la sangre
fisura del pensamiento
camino de sencillez
amor crecido las estrellas
pegadas a mi cuerpo
egoísmo salvación
condena manzana dulce?

Junto a la puerta

JUNTO A LA PUERTA
Guadalupe Grande

La casa está vacía
y el aroma de una rencorosa esperanza
perfuma cada rincón
Quién nos dijo
mientras nos desperezábamos al mundo
que alguna vez hallaríamos
cobijo en este desierto.
Quién nos hizo creer, confiar,
—peor: esperar —,
que tras la puerta, bajo la taza,
en aquel cajón, tras la palabra,
en aquella piel,
nuestra herida sería curada.
Quién escarbó en nuestros corazones
y más tarde no supo qué plantar
y nos dejó este hoyo sin semilla
donde no cabe más que la esperanza.
Quién se acercó después
y nos dijo bajito,
en un instante de avaricia,
que no había rincón donde esperar.
Quién fue tan impiadoso, quién,
que nos abrió este reino sin tazas,
sin puertas ni horas mansas,
sin treguas, sin palabras con que fraguar el mundo.
Está bien, no lloremos más,
la tarde aún cae despacio.
Demos el último paseo
de esta desdichada esperanza.

* Mi homenaje in memoriam a Guadalupe Grande, que ha fallecido nada más comenzar este año.

Música para fuegos de artificio

MÚSICA PARA FUEGOS DE ARTIFICIO
Guillermo Carnero

Hace muy pocos años yo decía
palabras refulgentes como piedras preciosas
y veía rodar, como un milagro
abombado y azul, la gota tenue
por el cabello rubio hacia la espalda.

No eran palabras frágiles, prendidas al azar
de un evadido vuelo prescindible,
sino plenas y grávidas victorias
en las que ver el mundo y obtenerlo.

La emoción de enunciar un orden justo
cedía realidad al sonido y al tacto
y quedaba en los labios la certeza
de conocer en el sabor y el nombre.

Pero la certidumbre de una mirada limpia
es una ingenuidad no perdurable,
y el viento arrastra en ráfagas de crespones y agujas
el vicio de creer envuelto en polvo.

Y si tras de la luz esplendorosa
que pone en pie la vida en un haz de palmeras
el miedo de dormir cierra los cálices
susurrando promesas de una luz sucesiva,

el fulgor de la fe lento se orienta
al imán de la noche permanente
en la que tacto, imagen y sonido
flotan en la quietud de lo sinónimo,

sin temor de mortales travesías
ni los dones que otorga la torpeza
sino un fugaz vislumbre de medusas:
inconsistentes ecos reiterados

en un reino de paz y de pericia,
apagado jardín de la memoria
donde inertes se pudren sumergidos
los oropeles del conocimiento

y como resquebraja la alta torre
la solidez de su asentado peso,
de tan robusto, poderoso y grave
se quiebra y pulveriza el albedrío.

Así para las aves y la plácida
irrepetible pulcritud del junco
hay cada día olvido inaugural
en la renovación de la mañana:

quien hace oficio de nombrar el mundo
forja al fin un fervor erosionado
en la noche total definitiva.