Decir son meras aproximaciones

Ahora ya sé que el júbilo aún existe,
que tu rotundo vientre me unifica
en esta dispersión que ha sido mi ceguera.
Fuiste verdad visible, combustión, palabras
que mis manos llovían sin descanso
desde el temblor de un vértigo insondable.
Una mirada acuosa me sigue desde entonces
y, como quien no cede a tentación, sepulta mi memoria
bajo un humus de tiempo, donde el amor en llamas
borra las sombras. Mírame, desnudo
de tu calor. No hay muerte ni amargura
sino un sol extranjero que pronuncia tu nombre,
su música callada, su delicadeza,
con el fervor de un viento que no olvida.
Sé que este martes de noviembre,
mientras paseo atravesando el frío del otoño,
tu voz me grita desde su silencio,
desde otro cielo y en ningún lugar.
No pude oír desde tan lejos el sonido del aire
pero aprendí a mirarte en cada rostro,
en la agonía verde de los árboles,
en su inasible luz, sabiéndote despierta
de tu profundo sueño, no de mí.

Jenaro Talens

Recuerdo el amor…

Recuerdo el amor que me nacía al tiempo de la lluvia.
Recuerdo los baúles y las colchas de hilo,
las flores de lavanda volando por espacios abiertos y felices,
aquella despiadada multitud de grillos debajo de las lápidas,
y tus besos, pan y aceite, detrás de los postigos.

Recuerdo aquellos días cuando tú me besabas
tras las torres caídas del castillo y las olas.
Y recuerdo las noches naufragando tu cuerpo
en aquella penumbra universal del hambre.

Yo entonces era otra.
Pero no he renunciado ni al amor ni a la herida.

Elsa López

Kamasutras

KAMASUTRAS
Ana Luísa Amaral

Tira toda la ropa
al suelo.
Deprisa. Sin momento seductor
ninguno

Las prendas en pedazos,
desmayadas,
tumbadas por el suelo.
Desde lo más pesado a lo infinitamente
más leve

Y deja la luz
prendida. Sin seducción
ninguna. Una luz por lo menos
de 60 watios.
O sino cruda,
de supermercado.

Escoge armario,
lugar escuadrado
donde los cuerpos
no puedan descansar.
Sin ningún tipo
de preliminar,
asáltame
vestida:

que yo tenga toda la
ropa. Desde lo más pesado
a lo infinitamente más
leve.
Luces todas prendidas
Deprisa
y de repente

Pasemos a la cocina
Y allá, en una poética de manos,
en suprema gimnasia del mirar,
comamos lentamente,
como saber hindú,
los restos del asado sobrante
de la cena

A la luz
fosforescente
y seductora, en lo más
preliminar,
lanza contra el fogón,
por encima del hombro,
la copa de cristal
(de las de pie alto!)

Que el suelo,
al serle agudo como asfalto,
le enseñe el kamasutra
en última edición!