
Cuando todo se acabe quedarán tal vez
estas algas
sobrevivirán a las marejadas, a los siglos
y a los sueños
Como perdurarán a los poderosos, a los
tercos de corazón
y a los hombres que nos humillan
estos poemas de amor a todas las cosas.
Raúl Zurita
Cuando todo se acabe quedarán tal vez
estas algas
sobrevivirán a las marejadas, a los siglos
y a los sueños
Como perdurarán a los poderosos, a los
tercos de corazón
y a los hombres que nos humillan
estos poemas de amor a todas las cosas.
Raúl Zurita
COLOR
Carlos Marzal
A José Saborit
Me atengo a la emoción
y no me atañe nada que la explique;
me ajusto a mi dilema y me conmuevo,
y no me incumbe nadie
que me despierte del vivir sonámbulo.
Por natural acontecer,
por puro suceder,
por simple cumplimiento estoy convulso.
Color, no te averiguo,
me coloro.
Me corono de ti, color de espasmo.
Me consterno de ti, de ti me iriso.
Como restalla un látigo en el aire,
igual que se difunde
la resquebrajadura entre los hielos.
Como la combustión de un imposible.
Voluntad de color,
color querer,
antojarse color, color saberlo.
No quiero decir más.
Quiero decir con nada.
No pinto más en mí.
Estoy en blanco.
Estoy en color vivo.
Música de la luz, te escucho y lloro.
Cuando el dolor ha triturado ya el último hueso de mi noche
y sólo habla el silencio al corazón insomne que hila
y deshila penas y memorias
viene tu nombre hasta mi cuarto a oscuras.
Con un galope seco viene tu nombre abriendo
un camino entre nieblas
instaurando sus voces sus redobles
sus erres que retumban como un grito de guerra
su bronco acento de campana rota.
Tu nombre es tantas cosas:
el recuerdo de un barco que viene de ultramar y sus tercos marinos
el fuego entre la piedra
gota roja
que va tiñendo la pared del alba.
En él puede escucharse la voz de los que creen
con mística implacable y fe colérica.
Pero es también dulzura tu nombre
muro blanco donde mi mano traza los signos del sosiego
lugar donde recuesto mi cabeza.
Entre tu nombre y tú sin embargo un silencio
una grieta nocturna donde anidan los pájaros.
Piedad Bonnett
POEMA DEL NO
Rafael Guillén
Me decías que no. Por tu mirada
pasaban barcos lentamente. Había
gaviotas en tus ojos, en tus blandos,
oscuros ojos grandes,
donde iba cayendo la amargura
como un anochecer de altas sirenas
en los puertos del Sur.
Me decías que no serenamente.
Era un no original, que ya existía
antes que tú, que hablaba por sí mismo
mientras que tú, impotente, absorta, fijos
en mí tus ojos, lo sentías vivo,
palpabas su raíz por tus adentros.
Era un no adivinado,
mudo, pesadamente silencioso.
Tu duro cuerpo tibio
me decía que no, sin causas, iba
replegándose, como
si volviese a la infancia. Tú no eras.
Me decías que no, y en tu mirada
cabalgaba un dolor que yo diría
maternal. Un dolor implorando
comprensión. Un no de contenida
pesadumbre, pero total, abierto,
levemente asomado
a las playas del llanto.
Me decías que no lejana, sola,
terriblemente sola, maniatada,
sin un porqué donde apoyarte, pero
era no, era no, sin gritos, no…
Los puertos, las sirenas,
los barcos en la noche, todo iba
perdiéndose, alejándose.
Yo, delante de ti, triste, abatido.
El poeta granadino Rafael Guillén falleció esta semana a los 90 años.
Tengo el ojo
de un fotógrafo.
Cuando miro por la ventana,
veo la foto
que me hiciste en aquella tormenta de nieve en Nueva York
hace diez años.
Llevo un abrigo largo y negro, que brilla,
un sombrero a lo Greta Garbo
y botas para abrigar los pies.
En la tormenta de nieve de hoy,
llevo una bata morada
y estoy sentada con los brazos, blancos, apoyados en una recia mesa de madera.
La casa resplandece de flores amarillas,
mientras que, fuera, lo único amarillo son los faros de los coches,
que circulan con cautela
en la ventisca.
Los esqueletos de los árboles me recuerdan
que el invierno sigue aquí. Un pino cubierto de nieve
dice que el invierno arrecia.
Pero estamos en abril
y ya hace dos meses que te fuiste. Aunque podrían ser
diez años. Porque «tú» es solo un personaje
de mis sueños.
El Amor me hace soñar contigo
todas las noches,
pero mis sueños son pesadillas. Así que he
llenado la casa
de libros, de comida humeante, de flores.
Me tomo un buen vino
todas las noches.
La música y la poesía llenan el lugar.
Me doy una buena vida,
rodeada de poetas, músicos y pintores.
Por qué te deseo tanto o
me despierto con esos sueños terribles,
no sabría decirlo.
Excepto por eso,
según el calendario estamos en primavera.
En abril.
Pero hoy está nevando,
una nieve blanca, espesa,
profunda.
Nieve de abril.
En el frío y la textura quizá
no difiera de la blanca y helada de enero.
Pero parece distinta
por el hecho
de que los petirrojos lleven aquí una semana.
En mayo
los tulipanes habrán florecido
y yo pensaré en el mar.
El Rey de España me envía
sus saludos:
la rama rota,
el charco de nieve derretida,
a la puerta de mi casa.
Diane Wakoski
Es el amor … ése es el amor
Ay ése es el amor…
Ay ése es el amor que hemos llorado tanto … se
largan los ríos que se aman … partiendo
Cauce abajo … arrojándose sobre las praderas
que lloraban mirándose … Nosotros somos las
montañas que lloraron mirándose dicen los ríos
que las llamaban … arrastrándolas
Borrascosos … tras las largas praderas que los
vientos subían … Quiénes nos subieron el dolor
de esas montañas se van diciendo las inmensas
praderas del cielo … Somos todos los pastos de
este mundo les contestan largándose los ríos
que se aman … abiertos … tirados … rompiéndose.
Raúl Zurita
Será el origen un éxodo de labios.
…Entonces el amor,
su simetría…
La soberbia de un sol que nada enciende.
Marta Agudo
Pudo haber pasado
pude haberme sumergido completa en tu piel
pude haber aprendido idiomas antiguos
para susurrarte todas las historias
pude haber bordado entre tus piernas
el relato de mi desconsuelo
pude haber muerto en tus brazos
después de la peor de las batallas
o rastreado en tus ojos la huella de otros viajes
pude haber llorado ante los siete mares
las manos cubiertas de musgo
como un barco hundido hace mil años
pude haber sido la que te arrullara cada noche
y repitiera contigo los nombres secretos…
Pudo haber pasado
pero estoy sin cuerpo y sin palabras
sin la voz que me heredaron mis abuelas
sin las migas de pan que marcaban el camino
Pudo haber pasado como pasan
los ríos
y el viento.
Sandra Lorenzano
Preguntades constantemente que faremos despois. Pero nós non sabemos responder con palabras. Non sabemos.
É coma cando todas as árbores dun bosque se inclinan ao mesmo tempo para indicar a dirección do vento. O seu boureo. A desorde.
Poderiamos chamarlle futuro á diferenza entre o que intentamos ser e o que somos, entre o que cremos ser e o que verdadeiramente somos.
Unha fórmula próxima á da decepción.
Pero nós eliximos a imaxe chorosa dunha virxe.
Escollemos unha estampa para poder rompela ou deixala esquecida dentro dun libro durante anos.
Alí, lonxe da vista. Onde non vos moleste nunca máis a nosa feliz indecisión.
Ismael Ramos
No quiero la palabra precisa.
Es pobre y es pequeña.
Quiero una palabra
llena de flecos.
Una lámpara con chupones morados.
Una excrecencia.
Gota que rezuma del canalón.
La estalactita rota.
El polvo de trabajar los brillantes.
Un hielo deshecho.
Y deshaciéndose.
La saliva que le escapa, por la comisura,
a la bella que duerme en el bosque.
La ganga del mineral.
El hilo que sobra detrás del cañamazo.
No quiero la palabra precisa,
sino una llena de flecos,
una lámpara y vuelta a empezar,
un laberinto,
la flor,
una palabra
que ni yo misma entienda
y solo pueda poseer
cuando los otros,
los de buena voluntad,
me la traduzcan.
Marta Sanz