Carta de buenas noches

CARTA DE BUENAS NOCHES
Rafael Saravia

Me gustas entre otras cosas porque sabes alcanzar;
porque buscas huecos vacíos, abrazas,
porque aplastas tu magia
contra mi intento de magia
y el mundo sigue casi igual.

Me gustas, entre otras cosas,
por tu exceso de excesos.
Porque sabes no elegir y suave,
con las manos bien entendidas entre sí,
me recorres sin premura,
sin moldura aparente,
haciendo de mi cuerpo un sube y baja
a modo de carretera curva,
temiendo el decisivo impacto.

Es entonces cuando,
aplaudiendo el intento,
los párpados se bajan,
se besan las pieles y,
muy adentro y muy afuera,
se hace sábana cómplice el silencio.

Verde

VERDE
Olvido García Valdés

Verde. Las hojas de geranio
en la luz gris de la tormenta
tiemblan, tensión
de nervadura verde oscuro.
Te mirabas las manos,
nervadura de venas; si los dedos
fueran deliciosos, decías.
Al caminar
apoyaba mi sien contra la tuya
y en la noche escuchaba
el ruiseñor y el graznido
del pavo. Indiferencia
de todo, oscuridad.
Me llamabas con voz muy baja.
Sólo un día reíste.

(con la primera luz)

(CON LA PRIMERA LUZ)
Vicente Valero

Al alba nadie sabe nada… Vean:
ninguno de nosotros se atrevería a hablar
del sol que ahora despunta solamente
como una sola y libre flor del prado,
sólo un milagro más entre la hierba.

Todo es silencio todavía, nadie
se atrevería a entrar con sus viejas palabras
en este manantial de sombras y de nieblas,
de azulados reflejos y caminos
que siguen siendo aún un poco de la noche.

Fruto desnudo de la oscuridad,
tiembla como nosotros cada día, en su árbol
celeste y triste: el árbol que nos da
sólo su frío del comienzo, puro,
en húmedos abrazos, lentos, inabarcables.

Recogemos así el nuevo día, el aire
que al hacerse visible nos asombra,
el aire sin razones, prodigioso,
siempre con su cosecha diferente:
la dulce claridad entredormida.

Y ahora el sol que está aún entre nosotros,
abajo, entre las flores, se revela por fin
como un obsequio inesperado, sólo
un alimento más del bosque -en las más breves
y transparentes gotas de rocío-, oh sí:
la bebida primera indescriptible.

Porque la felicidad no puede…

Porque la felicidad no puede ser experimentada ni por mí ni por el resto de ignorantes. La felicidad. Alguien se la ha llevado. Alguien más listo que tú y que yo se la ha llevado. ¿Por qué la deseo? Hay quien prefiere vivir en los márgenes de
la felicidad. Los márgenes de la alegría: o estar vivo o estar muerto. Hay quien prefiere merodear las orillas. Lo alegre solo existe en el término medio. Entre lo sombrío y lo clínico. Entre el holocausto y la golosina. Por eso no estoy ni
viva ni lejos, ni cerca ni muerta. Mi salud es un reloj de cuco. De él nacen tus ojos cada hora. De tus ojos mi felicidad, cada hora. Y lloro todas las
semanas. Mal-estando, lloro todas las semanas.
Y entiendo este ácido.
Este éxtasis. Este límite.
Esta pequeña lágrima con forma de soga.

Luna Miguel