Contra el diferente

Cada día le ponen la cruz a alguien. El Partido Popular está depurando a todo aquel que no entra en su modelo de sociedad. Disparan contra todo lo que se mueve en sentido contratrio a sus ideas.

No quieren ni ver a los no católicos, ni a los inmigrantes, ni a los homosexuales y las lesbianas, ni a los ciudadanos de la Andalucía subsidiada, ni a los nacionalistas, ni a las mujeres que abortan legalmente, ni a los médicos del sistema público que palían el dolor de los pacientes terminales, ni a los intelectuales y culturetas (los que Jiménez Losantos llama despectivamente titireteros), ni a los que defienden la recuperación de la memoria histórica… Y, por supuesto, ni Zapatero ni al PSOE.

No aceptan la pluralidad de la España de hoy. Aspiran a una España clónica y adocenada, de misa diaria y temerosa de todo, uniforme y uniformada. Y si puede ser de gris, mejor que mejor. También de (camisa) azul.

La derecha pretende laminar a todo aquel que no comparta sus criterios, sueña con silenciar a todo aquel que ose a levantar la voz contra su pensamiento único, confía en limpiar España de todo aquel que no entre en los cánones de visión sesgada y poco evangélica de la vida. En definitiva, no aceptan al diferente.

Se han retrotraído a la época de los Reyes Católicos (le copio la idea a mi amiga Beatriz Carrillo). Época de descubrimientos y también de purgas y expulsiones. ¿Santa o maldita Inquisisión? Con la coartada de la defensa de la religión verdadera, empujaron a la diáspora a sefardíes y moriscos. Todos con sangre española y un dios distinto.

En su fuero interno, la derecha neocon desprecia las opiniones críticas, las visiones antagónicas, los planteamientos libres, la réplica. El modelo social que preconizan tiene tono tétrico, olor rancio, color oscuro, tacto verrugoso y sabor a azufre. Una vuelta atrás a la época de paisajes lúgubres y conciencias con grilletes, al ordeno y mando, al palo y tentetieso.

Ante este panorama, más que nunca tenemos que hacer una apuesta firme por la libertad. ¡Que nadie nos imponga su moral! Con lo que nos ha costado limpiar a este país de telarañas. Ni un paso atrás.