Europa no reacciona

No se dieron mucha prisa en Bruselas para convocar una cumbre de países de la UE sobre la crisis de los refugiados por la guerra en Siria e Irak. Se tomaron catorce días para afrontar la emergencia humanitaria por el avispero en el que se ha convertido Oriente Próximo. Se aplicaron el dicho popular de ‘vísteme despacio…’ y que sigan esperando los que sufren en las fronteras o en tierra de nadie. En ese tiempo se ha agudizado la presión de los desplazados que huyen de la muerte y el terror. Sin embargo, el resultado de ese encuentro de los estados miembros no ha podido ser más decepcionante. Desacuerdo entre los socios de la Unión en la distribución del contingente de 120.000 nuevos desplazados. Da vergüenza tanta insensibilidad, tanto pensar en uno mismo. Se deja la resolución del conflicto sobre la mesa por puro egoísmo. España, entretanto, permanece agazapada esperando a que se mueva Bruselas o Alemania con un presidente Rajoy que ni lidera ni quiere liderar. Y es que en el PP existen posturas enfrentadas ante la acogida de sirios y mejor se cobijan bajo la sombra de Merkel. Europa (o sería mejor decir sus dirigentes) no reacciona y se sigue debilitando el proyecto compartido. Se deja hacer a los socios al margen de los principios fundacionales de la UE. El caso más evidente es el de Hungría. Su respuesta a la crisis no tiene nombre: tratan a los expatriados que llegan a su país como delincuentes. La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y otras voces cualificadas piden sanciones a los que no cumplen con estos principios. No puede ser, ha dicho la dirigente socialista con toda la razón, que se castigue a los que sobrepasan el objetivo del déficit y no se haga lo mismo con los que desoyen las directrices comunitarias en materia de desplazados. Al día de hoy, la UE carece de política de asilo y refugio. Una vez ha quedado demostrado que hace falta más Europa, una Europa que se sobreponga a los intereses particulares de los estados.