El plebiscito de Artur Mas ha fracasado. Una mayoría de catalanes (52%) ha votado por la permanencia en España a través de distintas opciones políticas. Como han sido Mas y el conglomerado de Junts pel Sí (JpS) los que han hecho de estas elecciones autonómicas una consulta a favor o en contra de la independencia, es evidente que no han conseguido su objetivo. Los independentistas han ganado en escaños, pero no en votos. La inmensa mayoría de los medios han certificado que JpS ha logrado la victoria en los comicios pero ha perdido el plebiscito. El otro partido secesionista, la CUP, radical de izquierdas, le ha echado un jarro de agua helada a la aspiraciones del todavía presidente: ha descartado la declaración una declaración unilateral de independencia al no conseguir una mayoría de síes y veta a Mas para repetir en el cargo. Al todavía president se le habrá agriado el cava tras una celebración poselectoral sobreactuada.
Estamos ante una oportunidad perdida para los catalanes. Estos comicios no han servido para hablar de los problemas reales de los ciudadanos de esta comunidad autónoma: el paro, la privatización de la sanidad o los planteamientos excluyentes en el ámbito educativo…. Ni una palabra ha trascendido sobre cómo mejorar la vida de los catalanes. El ruido de las banderas ha silenciado todo lo demás y en lugar de unir, se han usado para dividir. Ahora que han pasado las elecciones y el viaje a ninguna parte de Mas queda en dique seco, toca ponerse a trabajar para restablecer la convivencia. El presidente catalán es el responsable de la fractura social que hay superar con diálogo y con política con mayúsculas.
Le corresponde al Gobierno de la nación liderar una solución al conflicto que cuente con todos y que garantice la unidad de España, el respeto a la legalidad constitucional y la igualdad de todos los españoles vivan donde vivan. El inmovilismo de Mariano Rajoy no arregla nada. Tiene que tomar el toro por los cuernos en la recta final de legislatura. No hay tiempo que perder. Si no lo hace el actual inquilino de la Moncloa, la tarea le corresponderá al nuevo presidente que salga de las urnas en las elecciones generales de diciembre. En las vísperas de las navidades se producirá un cambio de rumbo político en España. Entretanto, tenemos que empezar a construir un país atractivo y de futuro en el que todos nos sintamos cómodos. No es tiempo de enfrentamientos estériles, sino de coser y conciliar con diálogo y voluntad política. El frentismo no conduce a la solución.
Foto.– Emilio Morenatti (AP) en El Mundo.