Regresión

Dice el refrán que la cabra siempre tira al monte. Y el Partido Popular, de la mano de su flamante jefe de filas, Pablo Casado, promete la vuelta a sus orígenes reaccionarios. No sólo ha sido argumento para ganar un congreso frente a una contrincante teóricamente más moderada, al menos en apariencia. Casado anuncia un regreso a la etapa de plomo de Aznar, un camino de involución desde posiciones más templadas, nuevos vuelos de halcones neocon, exaltación del radicalismo y de recetas fundamentalistas. Todo con el propósito de recuperar el espacio de la derecha que le ha arrebatado otro conservador camuflado, Albert Rivera. Duelo en el corral de la derecha en pos de la hegemonía electoral, urgencias de los de la gaviota (o el charrán, que según el DRAE es también sinónimo de pillo, tunante) para evitar el sorpasso de los naranjas. El PP afronta un camino de regresión a los viejos postulados del aznarismo. El ex líder del PP se llevó toda su vida en la política activa buscando el centro y jamás lo encontró. Era muy de derechas. El nuevo inquilino de la calle Génova ni siquiera disimula. Sin complejos, Casado se divorcia del centro, al que desde luego nunca ha pertenecido ni de lejos. Como su partido.

Foto.La Vanguardia. Casado y Aznar, dos caras de la misma moneda.

Metiendo miedo

El debate sobre el futuro de las pensiones es recurrente. De tarde en tarde, sin nadie saber por qué, algún halcón neoliberal lo pone sobre el tapete para generar incertidumbre y, de camino, hacer un favor a los fondos de pensiones privados. El último emisario de este contubernio del miedo ha sido el gobernador del Banco de España. Luis Linde se ha descolgado con que el problema demográfico «conduce a una reducción inexorable de las pensiones a largo plazo salvo que se combinen con el ahorro privado«. El gobernador quiso minimizar el impacto en los hogares de la rebaja de las pensiones porque, según sus datos, el 70% de los españoles cuando se jubila tienen su casa pagada y ya no tienen que pagar hipoteca. Razón de peso (es ironía, preciso por si no se entiende) para justificar un recorte de los derechos de la clase trabajadora y meterle la mano en la hucha que han ido nutriendo para afrontar dignamente sus últimos años de vida.

La ecuación perfecta del manual liberal: fomentar el pánico entre los trabajadores y hacer una impagable campaña de publicidad al negocio privado. Tanto desahogo produce inseguridad entre los actuales cotizantes. Me molestan la ligereza y la insensibilidad con las que se manifiestan personajes como Linde. Y me revuelvo contra esta actitud desde una perspectiva política, solidaria y también personal como trabajador que lleva más de 33 años cotizados a la Seguridad Social. No puede ser que el beneficio empresarial crezca año a año y los beneficios laborales se jibaricen no sólo durante el periodo de actividad sino también durante la jubilación. Se está creando una sociedad cada vez más dual, en la que se acrecientan las diferencias entre una minoría muy rica y una inmensa mayoría con limitados recursos. La ortodoxia neocon nos lleva por el camino equivocado. No se mejora la competitividad de un país quebrando el principio de igualdad, reduciendo los salarios y las pensiones o liquidando los servicios públicos esenciales como la sanidad y la educación. Esa ruta sólo tiene rédito los de siempre.

PD.– El Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero dejó más de 60.000 millones en el fondo de reserva de la Seguridad Social para proteger las pensiones. Mariano Rajoy ha dilapidado la mitad de esta maravillosa herencia de la que nunca habla. ¿Está haciendo el PP con sus decisiones insostenible el sistema por ideología?

Foto.Efe.

Clasismo lacerante

Encontré esta «joya de la abyección» en una columna de Arturo González en Público. Al igual que este incisivo tertuliano, «someto a vuestra consideración, y probablemente a vuestra ira», esta perla de la cultura científica capitalista, la esencia más rancia del clasismo por muy servida que se presente en envase pseudocientífico o sobre moquetas de reputadas instituciones:

Catedráticos, psicólogos y economistas de las Universidades de Chicago, Harvard y Princetown publican un trabajo conjunto en la prestigiosísima revista Science en el que sostienen que “los pobres se comportan de manera que les hace más difícil salir de la pobreza, por perder su capacidad de concentración y su facultad de tomar decisiones. Juegan mucho a la lotería, no se inscriben en programas de acción social, ahorran muy poco y piden mucho prestado. Son poco previsores con las tasas de interés que ofrecen a sus prestamistas, descuidan la elaboración de un presupuesto y descuidan la capacitación laboral. Crean su propio modo de pensar, y cambian la forma de ver los problemas”.

Este planteamiento reaccionario me produce náuseas.

Achicar la democracia

María Dolores de Cospedal está desmontando todos los mecanismos democráticos de control a su gobierno. La crisis es la excusa perfecta para eliminar todos los testigos molestos y tener manos libres para actuar a su antojo como un monarca absolutista. La presidenta de Castilla-La Mancha ha cerrado el Defensor del Pueblo y el Consejo Económico y Social y ahora suprime los sueldos de los diputados para quitarse de encima a la oposición, siempre incómoda para gobernantes con un deficitario talante democrático.

Con esta medida, sin lugar a dudas, achica la democracia. Se dificulta desde una visión clasista de la sociedad el acceso a los trabajadores a la asamblea legislativa  (se quedará como coto privado para personas con fortuna o empresas), se sortea el régimen de incompatibilidades (se podrá compatibilizar el escaño con sueldos privados al margen o con actividades profesionales que pueden hipotecar la independencia de los parlamentarios) y puede ser una forma de evadir impuestos (si se va a pagar a los diputados lo mismo que se gana con un sueldo en concepto de dietas que no se tributan a Hacienda).

Todo un despropósito cuando lo que realmente se ahorra es nimio y se toma una senda demagógica, populista y antidemocrática. Se recorta en democracia y se despilfarra en enchufismo. En los presupuestos de Cospedal para 2013, figuran 67 millones de euros destinados al sueldo de cargos nombrados a dedo. Se va a gastar 66 vece más en pagar a sus cargos de confianza que lo que se ahorra quitándole el sueldo a los parlamentarios. No es una exageración: se puede comprobar en las páginas 16 y 99 del tomo I del proyecto de ley de presupuestos. Muchos de sus compañeros del PP no le siguen la estela (Monago en Extremadura o Feijóo en Galicia, por ejemplo). Esta filigrana elitista sólo encuentra el aplauso del sector neocon, esto es, del Tea Party que patrocina Aznar desde la FAES.

Barra libre para los suyos y severo tijeretazo a los servicios públicos, que son de todos. En Castilla- La Mancha, la educación cuenta con 130 millones menos y la sanidad con 154 menos para el próximo ejercicio. Desde que llegó al cargo en junio de 2011, la motosierra de Cospedal ha hecho estragos: 700 millones en educación y 1.600 menos en sanidad. El hacha de Cospedal siempre golpea en el mismo sitio: en el árbol del estado del bienestar.

Viñeta.Forges en El País.

Mal día para la democracia

El cierre de la edición impresa de Público constituye una mala noticia se mire por donde se mire. En primer lugar, porque una plantilla de buenos profesionales se suma a las listas del desempleo en un momento donde la inversión en medios de comunicación ha caído en picado y todas las empresas han acometido o están a punto de ejecutar planes de reconversión. Desde 2008, 5.000 periodistas han perdido su puesto de trabajo. El futuro laboral, por tanto, no es muy halagüeño para la mayoría. En segundo lugar, porque el pluralismo mediático se resiente. La única cabecera de papel de tendencia eminentemente progresista (y crítica con todo lo indeseable en el espacio público sin atender al color político) desaparece de unos quioscos copados por la ideología conservadora. Menos opciones donde elegir, más posibilidades que se asiente el pensamiento único ultraliberal que avanza inexorable a lomos de una crisis creada por ellos y su codicia. Y en tercer lugar, porque una democracia es más pobre y más débil cuando cierran medios o cuando éstos son gregarios del poder o de grupos de presión. Si los poderosos no tienen contrapesos democráticos, la tentación de hacer y deshacer a su antojo y sin control se acrecienta exponencialmente. En las sociedades democráticas, los medios de comunicación representan ese contrapoder. Por eso, necesitamos más que nunca un periodismo independiente, de calidad y plural para evitar el monopolio ideológico y garantizar el derecho a una información veraz que consagra nuestra Constitución. De momento, nos queda la edición digital.

Contra el pensamiento único

«Se ha convertido en un lugar común afirmar que todos queremos lo mismo y que lo único que varía un poco es la forma de conseguirlo.

Esto es simplemente falso. Los ricos no quieren lo mismo que los pobres. Los que se ganan la vida con su trabajo no quieren lo mismo que los que viven de dividendos e inversiones. Los que no necesitan servicios públicos –porque pueden pagarse transporte, educación y seguridad privados– no quieren lo mismo que los que dependen exclusivamente del sector público. Los que se benefician de la guerra –gracias a los contratos de defensa o por motivos ideológicos– tienen objetivos distintos a los que se oponen a la guerra. Las sociedades son complejas y albergan intereses conflictivos. Afirmar otra cosa –negar las diferencias de clase, riqueza o influencia– no es más que favorecer unos intereses por encima de otros. Eso solía ser evidente; hoy se nos dice que son soflamas debidas al odio de clase y se nos insta a que lo ignoremos. De forma parecida, se nos anima a perseguir el fin económico y excluir todo lo demás y, de hecho, hay muchos que tienen algo que ganar con ello.

No obstante, los mercados tienden naturalmente a favorecer las necesidades y deseos que pueden reducirse a criterios comerciales o a medidas económicas. Si hay algo que se puede vender o comprar, entonces es cuantificable y podemos valorar su aportación a las medidas (cuantitativas) del bienestar colectivo. Pero ¿qué hay de esos bienes que los seres humanos siempre han valorado y que no se pueden cuantificar?

¿Qué hay del bienestar? ¿Y de la justicia o la equidad? ¿Y de la exclusión, la oportunidad –o su ausencia– o las esperanzas perdidas? Estas consideraciones significan mucho más para la mayoría de la gente que el beneficio o el crecimiento agregado o incluso individual».

Tony Judt
Algo va mal

El verdadero drama de los recortes

Hace unos días nos conmocionaba la luctuosa historia de una mujer que murió de un aneurisma tras recorrer cuatro hospitales en Cataluña. La política de severos ajustes que está aplicando el Gobierno de CiU, con el apoyo del Partido Popular, en la sanidad pública catalana no se limita a simples apuntes contables, se concreta con rostro humano y provoca situaciones dramáticas que no se compadecen con los supuestos ahorros conseguidos. Cada episodio fruto de esa cruzada economicista de la derecha proyecta un sufrimiento insoportable desde una perspectiva solidaria. Cualquiera se indigna cuando comprueba en un periódico la cicatería y la inhumanidad de los gestores públicos catalanes ante un enfermo terminal de cáncer:

«A Enrique Conesa, barcelonés de 55 años con un grave cáncer terminal, sólo le queda morir tranquilo, sin dolor y rodeado de los suyos. Será dentro de pocas semanas. Pero ni eso resulta sencillo: la morfina que consume desde septiembre por vía oral le hace cada vez menos efecto y lleva ocho meses esperando una cita con la clínica del dolor del hospital de Mataró para obtener la primera administración del analgésico por vía intravenosa, la forma de administración más potente, junto a las pautas para las siguientes dosis y la receta médica. «Se nota que aguanta sufriendo, le duele horrores: Los médicos dicen que le queda un mes de vida. No quiero que muera como un animal», ruega con entereza su esposa, Antonia Benegas, de 52 años.» (Sigue leyendo en El País)

Este cruel final que le están obsequiando a Enrique resulta intolerable. Y políticamente tendría que pasar factura a los que no hacen nada desde sus poltronas públicas para favorecer una muerte digna y sin dolor a los que encaran la recta final de sus vidas. La ortodoxia neoliberal no puede estar por encima de todo.

Puritanismo

La moralina no conoce fronteras. Se percibe una involución global en libertades individuales y en las conquistas de igualdad por el furor de las distintas confesiones religiosas y el avance del pensamiento neocon. Y estos ejemplos de mentes estrechas y de visiones mojigatas no se circunscriben a países que reivindican el burka o impiden a las mujeres ir a la universidad. En estados tan hipotéticamente modernos y abiertos como Canadá también se cuecen habas. El Parlamento de este país norteamericano ha retocado la foto de la diputada Rathika Sitsabaiesan, una joven de origen tamil de 29 años, porque aparecía con un escote excesivamente generoso en la web oficial de la Cámara. Se ha recrecido sustancialmente el vestido para tranquilizar a los ojos más pacatos. Puede sonar a anécdota, a un episodio de puritanismo sin importancia, pero es todo un síntoma de adónde nos están conduciendo los nuevos oráculos conservadores.

Cospedal se quita la careta


No hace falta gritar que viene la derecha. Está instalada en todos los rincones de España después de las elecciones del 22 de mayo. Se presentaban con piel de cordero, como representantes del Partido de los Trabajadores, lucían pañoletas palestinas… Puro travestismo. Cuando han pasado el rubicón de las urnas nos han empezado a mostrar su verdadero rostro. Debajo de la epidermis artificial habita un monstruo con sed de recortes. Al amparo de las corrientes de pensamiento más conservadoras quieren aprovechar esta crisis para jibarizar el estado del bienestar, las conquistas sociales y laborales alcanzadas con mucho esfuerzo durante décadas. Aunque aún le queda el asalto al Palacio de la Moncloa el 20 de noviembre, ya no disimulan, ya no ocultan sus credenciales, ya se empiezan a quitar las caretas. Y lo hacen sin rubor. Van a por todas y sin arredrarse lo más mínimo.

Si Esperanza Aguirre ha mandado al paro a 3.000 profesores interinos sin importarle lo más mínimo la educación pública ni la calidad de enseñanza que reciben los niños madrileños, María Dolores de  Cospedal no ha querido ser menos en esta carrera de neocons desesperados. De un tirón quiere recortar 1.800 millones de euros, que supondrán dejar a varios miles de empleados públicos, fundamentalmente docentes y personal sanitario, sin trabajo y, por consiguiente, degradar los servicios públicos que disfrutan los castellano-manchegos. Y Rajoy, siempre tan parco e hierático en sus gestos, ha bendecido el severo plan de ajuste de su número dos. No hace falta ser un lince para concluir que si gobernara en España haría lo mismo… O peor: alabó la dureza e insensibilidad del primer ministro británico en sus dramáticos recortes. En Andalucía, por muchas milongas con que nos agasaje Javier Arenas, como si el aquelarre ultraliberal no fuera con él, los peperos usarán la misma tijera de poda del estado del bienestar. Ya están aquí y plantean un cambio… a peor. Ya no engañan a nadie.

PD.– Para aclarar dudas sobre la propuesta de Cospedal, este texto de Público: El plan Castilla-La Mancha, a examen.

Pescando en aguas revueltas

El editorial de hoy de The New York Times denuncia movimientos conservadores a fin de aprovechar la crisis para imponer a las bravas sus claves ideológicas. Bajo el título The Real Agenda (La agenda real), el prestigioso rotativo desnuda las argucias del Partido Republicano para aplicar sus recetas neoliberales y reducir el papel del estado en beneficio de su dios mercado, una realidad extrapolable a España con José María Aznar como mascarón de proa a través de la FAES y con el Partido Popular, con Mariano Rajoy de sumiso lugarteniente, haciendo de correa de transmisión de estos valores y recetas neocons.

Os dejo en su integridad el citado editorial:

Con estados gimiendo y tropezando por la recesión económica, algunos políticos están tratando de explotar la crisis financiera con fines ideológicos. Muchos republicanos quieren utilizar los tiempos difíciles para reducir radicalmente el papel de los estados y de los sindicatos de empleados públicos, de la misma manera que se forzó un debate sobre cómo reducir el déficit.

Algunos quieren reducir severamente la ayuda federal a los estados, sin importar el mucho nuevo desempleo que pudiera causar, mientras que otros quieren asegurarse que Washington nunca pueda rescatar a un estado cercano a incumplir con sus obligaciones.

La última idea perniciosa, impulsada por Newt Gingrich, Jeb Bush y varios miembros del Congreso, permitiría a los estados declararse en quiebra, con la finalidad principal de romper contratos con los sindicatos y no cumplir las obligaciones por pensiones.

Es cierto que muchos sindicatos de empleados públicos han actuado bien durante una época de dificultades para la mayoría de los estadounidenses. El problema no es la existencia de los sindicatos, son los generosos contratos que de buen grado les dan los legisladores debido a su poder de presión y la capacidad del bloque derecho a voto. En Nueva York, los empleados del estado han tenido un incremento del 14% durante cuatro años, y ahora cobran un promedio de casi 67.000 dólares. Los trabajadores del estado de Iowa el año pasado obtuvieron un 6% más para dos anualidades.

Docenas de estados dan pensiones y subsidios por enfermedad mucho más generosos que en el sector privado. Sus costes se han traducido en reducciones significativas en servicios básicos estatales para la clase media y baja.

Pero la bancarrota sería combatir el fuego con gasolina, extendiéndose la inestabilidad a los mercados de bonos, asustando a los inversores y se podría pensar que nunca llegarían a devolver, y lo que es mucho más difícil y más costoso para los estados es obtener el capital que necesita desesperadamente. Algunos expertos hablan incluso que permitir a los estados a declararse en quiebra ha sacudido a los mercados.

Ideas como ésta no son un sustituto para el duro trabajo de gobernar con responsabilidad. Los contratos y los beneficios de la Unión deben ser cambiados en la mesa de negociaciones, y los recortes a aplicar por los gobernantes tienen todo tipo de apalancamiento. El gobernador Andrew Cuomo, de Nueva York, llamó la atención de los sindicatos estatales la semana pasada, amenazando con despedir a 9.800 trabajadores si éstos no aceptaban por lo menos 450 millones de dólares en recortes de nómina y prestaciones. Otros gobernadores tratan de cambiar las leyes de negociación colectiva.

Los gobernadores también tienen un enorme megáfono a su disposición, y hay que recordar tanto a los miembros públicos como a los sindicales que las emergencias financieras requieren sacrificio. Los empleados del gobierno aceptan una responsabilidad cívica especial cuando van a trabajar para los contribuyentes que no siempre es compartida por sus homólogos privados, ellos están trabajando para atender las necesidades de su estado, no sólo las suyas. (Este punto sería más fácil de vender si el sacrificio es universal. Conceder ventajas fiscales  a los multimillonarios y pedir esfuerzos a los empleados de clase media refuerza poco la conciencia financiera y moral).

Aunque la propuesta de la quiebra no ha prendido en Washington, demuestra que algunos conservadores van en serio acerca de la experimentación con nuevas ideas volátiles. Para contener el daño, los legisladores y los sindicatos tienen que actuar igualmente con seriedad sobre cómo tratar con los gastos que están empezando a enfurecer a la gente que paga las cuentas.

Un texto que tiene concomitancias claras con lo que ocurre en nuestro país. Los sectores más conservadores le han puesto, por ejemplo, la proa a los sindicatos y a las comunidades autónomas. Importando malas ideas.

PD.- La traducción es mía. Espero que esté a la altura.