El caballo de Atila

Donald Trump se empeña día tras día en malograr el legado de Barack Obama. Lo mismo dinamita los acuerdos sobre el cambio climático que abronca a sus aliados europeos. La última astracanada del magnate ha sido frenar en seco la política de deshielo con Cuba. ¡Qué afán de protagonismo y qué ganas de meter el dedo en el ojo a un país vecino! Trump pasará a la historia como caballo de Atila porque allí donde pisa no crece la hierba. Esa forma de actuar irresponsable, avasalladora y prepotente nos dejará un mundo peor, más fracturado y más convulso.

El sheriff Trump

Donald Trump lleva a la práctica su ‘America first’ (América primero). A cualquier precio, aunque sea con mala educación y modos barriobajeros. En Bruselas, durante la reunión de los mandatarios de los países miembros de la OTAN. el presidente norteamericano hizo exhibición de sus ínfulas: no sólo riñó a sus colegas por su escasa aportación a la organización de defensa, sino que demostró quien manda con el empujón al primer ministro de Montenegro. Trump no se para ante nada. Aspira a ser el vigía de Occidente. Lo que nos quedará por ver y por padecer.

De Trump a Aznar

Vaya por delante mi repulsa al régimen sirio de Bashar al-Asad. Un régimen autoritario que ha sumido a su país en una dolorosa guerra civil y que usa armas químicas contra la población civil. (Las barbaridades del Estado Islámico tampoco se quedan atrás). No tengo ninguna simpatía hacia los que están causando tanto sufrimiento a sus compatriotas. Pero la respuesta desde los países occidentales no puede ser la otra cara de la misma moneda. El bombardeo de Estados Unidos no es la solución, más bien puede ser el problema. No cometamos los errores del pasado. Como en su día hizo George W. Bush, Donald Trump empieza actuar sin contar con nadie, poniendo en marcha una acción unilateral contra Siria. Toda intervención ha de contar con el respaldo de la comunidad internacional. Trump debería refrenar su ansias de convertirse en el gendarme del mundo.

No tropecemos más veces en la misma piedra. En cambio, José María Aznar sigue erre que erre. El ex presidente decía esta semana en el programa de Bertín Osborne que la foto de la que más se siente orgulloso en su vida es la de las Azores. Aznar no ha aprendido nada después de tanto tiempo y tantas mentiras descubiertas. Ni una pizca de arrepentimiento tras situar a España como lacayo de EEUU, ni por participar en una guerra injusta e ilegal, ni por engañar a la gente. Para cualquier español, entre ellos el que suscribe, esa foto es la foto de la vergüenza, es la foto de la mentira. Y ya va siendo hora de que Aznar pida disculpas y no de boquilla. Lo han hecho Tony Blair y Bush, pero él sigue sacando pecho con semejante disparate. ¡Cuánta arrogancia!

México, no te rindas

Unos versos de Benedetti para apoyar a México. No te rindas por favor no cedas, / aunque el frío queme, / aunque el miedo muerda… No te arrodilles, México, que mejor sufrir de pie, que vivir de rodillas. Está en juego la dignidad como país ante el bullying del poderoso. Donald Trump no sólo está trabajando ya para construir un muro con su vecino del sur, sino que lo humilla de obra y de palabra. (No sólo eso: la recuperación de la tortura como método de interrogatorio policial o la mordaza para los medios de comunicación, considerados la oposición al nuevo orden) El magnate actúa con un estilo matonil intolerable. Entra dentro de lo previsible, y más si ideológicamente se es de derechas, que un gobierno quiera regular los flujos migratorios. Pero de ahí a pisotear al vecino, a despreciar a sus instituciones democráticas, a mofarse de las personas media un abismo. El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ha cancelado con razón su visita a Estados Unidos. No tenía sentido una cumbre diplomática marcada por el desprecio y los deseos de ridiculizar al débil del montaraz inquilino de la casa Blanca. Trump está ofreciendo el peor de los perfiles que pronosticaba su forma de hacer política bronca, descarnada e intimidante. Especialmente con México. Y la comunidad internacional permanece callada y sumida ante las astracanadas de Trump. La única voz que se ha alzado en las últimas horas contra las barbaridades del presidente americano ha sido la del ex jefe de Gobierno José Luis Rodriguez Zapatero. Que cunda el ejemplo y Europa y América Latina se levanten contra la xenofobia, el acoso y chulería del nuevo vigía de Occidente. Pongamos freno a este disparate antes que sea demasiado tarde.

Foto.- Ya hay más de 1.000 kilómetros de muro en la frontera.

Incertidumbre Año I

Donald Trump ya ha tomado posesión como presidente de Estados Unidos. El populismo de derechas, nacionalista y xenófobo toma las riendas de la primera potencia. Empieza una era de incertidumbre para el mundo, con un gobierno formado por millonarios que no conocen la diplomacia, las relaciones internacionales de cooperación o la solidaridad. Se avecinan tiempos convulsos y una vuelta al imperialismo, a una política de dominación por la fuerza o por amenazas. El mundo desgraciadamente será peor. No creo que, como algunos analistas optimistas sostienen, la responsabilidad del ejercicio del poder amansará los impulsos destructivos del magnate del flequillo rubio. Nos tendremos que atar bien los machos para aguantar este desafío que se cierne sobre la convivencia mundial. Esperemos en que el sueño americano no se convierta en una pesadilla para el planeta. Y así lo ven humoristas gráficos como El Roto (El País), Miki&Duarte (Grupo Joly), Idígoras y Pachi (El Mundo) o Manel Fontdevila (eldiario.es).

Con Meryl Streep

Meryl Streep protagonizó la gala de los Globos de Oro con un discurso certero y emotivo contra Donald Trump. La actriz, con la voz entrecortada por momentos, afeó al presidente electo norteamericano su falta de respeto hacia el diferente o al discrepante y la incitación constante a la violencia. Unas palabras que ponen el foco quien dirigirá Estados Unidos en apenas una semana. La respuesta de Trump era previsible. Como todo populista aparcó los argumentos y se dedicó al ataque personal. A través de su cuenta de Twitter, su medio de expresión desde que ganara las elecciones en noviembre, acusó a Meryl Streep de estar sobrevalorada en Hollywood y de ser una lacaya de Hillary Clinton. La que nos que cuando este personaje se haga cargo del control de la primera potencia mundial.

Ganó el populismo

Nueva pifia de las encuestas. Ninguna auguraba el triunfo de Donald Trump y desde hoy es ya el 45º presidente de Estados Unidos. Politólogos, comentaristas y periodistas mostraban en este amanecer su asombro por la victoria del multimillonario. O dicho de otro modo: intentaban tapar su falta de tino y olfato para prever el resultado electoral. Tras el fiasco demoscópico del Brexit, del referéndum de paz en Colombia o del sorpasso en España, el estrecho margen que pronosticaban los sondeos hacía presagiar el bombazo. Y se ha producido y de forma contundente. El mundo afronta una nueva era y no será para bien. Nos esperan tiempos de incertidumbre y convulsión. La llegada de Trump a la Casa Blanca constituye una mala noticia para la convivencia.

Esperemos que las soflamas de campaña del excéntrico ganador no se consumen en hechos durante su mandato. Trump se ha mostrado en estado puro: autoritario, provocador, xenófobo, machista, intolerante, soberbio… Una ‘joya’ que han elegido con sus votos los ciudadanos americanos. Nos guste o no la elección ha sido un ejercicio de democracia. No se trata de reñir a los electores, como han hecho esta mañana Pablo Iglesias y sus cuates morados a través de las redes sociales al más puro estilo Julio Anguita, sino de encontrar las razones que expliquen por qué una mayoría de estadounidenses han dado su voto a este energúmeno político.

Nadie pone en cuestión la preparación y la solvencia de Hillary Clinton. Era la candidata del mundo civilizado e incluso de algunos republicanos que detestaban los modos y el histrionismo de Trump. Sin embargo, la demócrata no ha logrado conectar con la ciudadanía norteamericana por un cúmulo de circunstancias: lleva demasiado tiempo en política y no supone renovación alguna; era su segunda tentativa tras perder en 2008 en las primarias demócratas con Barack Obama y no ha despertado nunca la ilusión que acompañó al actual presidente en sus campañas; las cuitas personales la han perseguido todo este tiempo; las dinastías (primero su marido y ahora ella) no tienen buena venta en política; y no ha sabido aprovechar los gravísimos errores y las barbaridades de su contrincante. A todo ello, hay que sumar las dificultades para romper el techo de cristal en una sociedad con tintes machistas.

La pesadilla se hizo realidad. Y el mundo se enfrenta a sufrir la era Trump. En Europa el populismo se frota las manos y confía que la ola llegue a esta parte del Atlántico. En un año tendremos elecciones en Francia y Alemania y la demagogia populista ha ganado posiciones en esos países, como ocurrió en Reino Unido con el Brexit. ¡Qué desgracia!

Foto.- ABC.

Oscurantismo

El Gobierno de la nación permanece ausente en un asunto crucial para el futuro de España y del modelo de bienestar que hemos construido en el Viejo Continente: la negociación del Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos, el TTIP en sus siglas anglosajonas. Se avanza sin ninguna transparencia hacia un modelo perjudicial para el ciudadano que pone en riesgo los estándares de calidad de los servicios públicos, la protección social y medioambiental y los derechos de los trabajadores. Y por si fuera poco, se pretende reducir la soberanía nacional de los países en sus pleitos con las multinacionales y las corporaciones empresariales. El Ejecutivo de Rajoy, siempre tan patriota de boquilla, permanece mudo y de brazos cruzados mientras otros mueven los hilos por detrás. Y si no reacciona es porque el Partido Popular está de acuerdo con el modelo dañino que se pretende construir o porque no se enteran de qué va la vaina. No se trata sólo de cerrar la puerta al tratado o encerrarnos en la autarquía. El TTIP, si lo enfocamos desde una visión progresista que piense en las personas, podría suponer una oportunidad para una nueva gobernanza global que permita erradicar los paraísos fiscales, que regule los mercados financieros, que luche contra el calentamiento global, que garantice los derechos laborales de los trabajadores o que proteja la diversidad cultural. Sin embargo, por los derroteros que van estas negociaciones opacas, la oportunidad puede acabar en pesadilla.

Fracaso de las recetas neoliberales

Lo he escrito en más de una ocasión: los recortes conducen a más recortes. La reducción brutal del gasto público y la supresión de prestaciones sociales y derechos ciudadanos sólo contribuyen a deprimir más la economía. La austeridad a ultranza como única receta política de la filosofía ultraliberal, el denominado austericidio, no es la fórmula. Los organismos internacionales lo saben y persisten en el error, inasequibles al desaliento y miopes ante una realidad que desmontan todas sus teorías y sus previsiones en páginas excel. Grecia puede ser el ejemplo más elocuente (con un tercer rescate en lontananza), pero España se encuentra también en una situación delicada por la obcecación en medidas fracasadas. Estados Unidos y Japón, con políticas económicas expansivas, están comenzando a dejar atrás el fantasma de la crisis. En Europa, bajo la batuta de Alemania, con elecciones este mismo mes, se mantiene la ruta que conduce al abismo a los países del sur del viejo continente. ¡Para qué corregir si los poderosos están poniéndose las botas mientras que la inmensa mayoría se empobrece!

Viñeta.– Los calvitos en elplural.com.

Aprender del error

¿Aprenderemos de nuestros errores o tropezaremos de nuevo en la misma piedra? Planteo esta pregunta (retórica) viendo cómo se están sucediendo los acontecimientos en torno a una eventual intervención militar en Siria. Cambian los tiempos, cambia la sociedad, cambia la tecnología de la información y Estados Unidos mantiene el mismo patrón y la misma forma de analizar las cosas. ¿Se habrá sacado alguna lectura para no reincidir en el yerro de Afganistán e Irak? Ninguna operación militar se ha de hacer de espalda a la legislación internacional y sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU (sabiendo que los intereses con los países con derecho a veto ponen dificultades a una resolución consensuada). Por mucho que nos repugne el régimen de Bashar al-Asad y su deleznable defensa de su poder corrupto, una acción bélica ha de ser la última opción. Apuremos antes todas las vías políticas para intentar parar la carnicería que se está produciendo en Siria. En Reino Unido Cameron se ha encontrado el rechazo del Parlamento británico a un ataque inminente. En el Elíseo, Hollande parece refrenar sus ímpetus. Sólo Estados Unidos está decidido a pasar a la acción. No nos dejemos arrastrar por las prisas norteamericanas o repetiremos la historia.

Viñetas.– Fontdevila en eldiario.es y Erlich en El País.