Es posible

He dejado pasar unas horas para escribir más en frío de una jornada nada grata. El 1 de octubre fue un día triste y doloroso para cualquier ciudadano de este país. Se ha llegado al borde del precipicio sin que se hayan puesto soluciones para evitar el despeñamiento. El problema se ha dejado crecer y ahora será más difícil, aunque no imposible, encontrar el remedio para reducir semejante inflamación. El punto de no retorno no se ha alcanzado aunque muchos lo han intentado por acción o por omisión. Ya no vale ni más tacticismo ni cálculo electoral. Se necesita política de altura para desandar lo que nunca se debería haber andado.

Fuera de la ley no hay democracia. Ése es un principio fundamental para la convivencia. Pero también es cierto que con la ley sólo no basta. A las pruebas me remito. Para reconducir la situación en Calaluña, en primer lugar y como condición sine que non, hace falta el restablecimiento del estado de derecho y del respeto a nuestro ordenamiento jurídico. A continuación, se requieren diálogo y voluntad para desarrollarlo. Para eso, sobran las soflamas y la agitación de las pasiones más primarias. Siempre se ha valorado el seny y la visión cosmopolita y abierta de los catalanes. Esas son las cualidades que tienen que relucir ahora: necesitamos de un ejercicio colectivo (dentro y fuera de Cataluña) de sensatez y calma para encauzar esa deriva y abrir un espacio de entendimiento que garantice la cohesión social y territorial de este país. Se trata de anteponer el interés general a las aspiraciones particulares.

Confiemos que sea posible aunque a los que pensamos así se nos pueda tachar de ingenuos o extraterrestres.

 

Viñetas con dolor

Viñetas que reflejan el dolor y la conmoción que ha ocasionado el atentado de Estado Islámico en Manchester. Cualquier acción terrorista es siempre terrible porque la barbarie y la sinrazón la pagan inocentes. Pero cuando las víctimas son niños y adolescentes no existen palabras para describir el sufrimiento. Esta selección de opinadores gráficas refleja el desgarro causado por este zarpazo terrorista. Eso sí, no van a vencer a nuestra sociedad ni a la convivencia democrática.

Viñetas.– Ricardo y Gallego&Rey, en El Mundo; J. M. Nieto, en ABC, y Miki&Duarte, en el Grupo Joly.

Contra el embrutecimiento de la política

Comparto este oportuno editorial de El País ante la urgencia de poner fin a la escalada de insultos y violencia verbal que se está registrando en nuestro país. No todo vale. Estas actitudes poco democráticas embrutecen la vida política, alientan el rencor y generan fractura social. Debemos combatir cívicamente todo aquello que daña nuestra convivencia.

¿Utilidad pública?

El grupo ultracatólico HazteOír está ahora de triste actualidad por el autobús de la transfobia. Una iniciativa insultante que atenta contra la dignidad de este colectivo. Otro disparate más que se suma a una trayectoria jalonada de episodios que van contra la convivencia y la diversidad. Por estos motivos, un juez ha prohibido que circule el autobús. Si ya resultan chocantes las actuaciones de HazteOír, lo que produce bochorno es que desde 2013 esté considerada una asociación de «utilidad pública» por el Ministerio de Interior. El pío Jorge Fernández Díaz le otorgó este reconocimiento que les permite obtener subvenciones públicas y desgravaciones fiscales para sus campañas. ¿Son de utilidad pública actividades homófobas o tránsfobas? ¿Y las racistas? ¿O las que atacan la libertad de las mujeres? En cualquier país serio este grupo de comportamiento sectario no tendría la bendición oficial. En ese sentido, me parece oportuna la retirada de esta calificación pública a este reducto radical, como han pedido en el Congreso de los Diputados tanto PSOE como Podemos. No puede tener beneficios públicos un grupo que incita al odio, la intolerancia y la fractura social… No se puede soportar ni un minuto más por muchos favores que les deba el PP y el Gobierno de Rajoy.

Constitución

Hoy se cumplen 38 años de la aprobación por referéndum de la Constitución, una norma que pese a sus detractores nos ha permitido el mayor periodo de convivencia y progreso en democracia de nuestra historia. Pero las normas no se escriben en piedra y con el paso del tiempo hay que adecuarlas a los cambios producidos en la sociedad. Con motivo de esta celebración y de la necesaria actualización de nuestra carta magna os dejo un recopilatorio de viñetas con la visión siempre ácida y afilada de los opinadores gráficos: Peridis y Forges (El País), Puebla (ABC) y Manel Fontdevila (eldiario.es).

Ganó el populismo

Nueva pifia de las encuestas. Ninguna auguraba el triunfo de Donald Trump y desde hoy es ya el 45º presidente de Estados Unidos. Politólogos, comentaristas y periodistas mostraban en este amanecer su asombro por la victoria del multimillonario. O dicho de otro modo: intentaban tapar su falta de tino y olfato para prever el resultado electoral. Tras el fiasco demoscópico del Brexit, del referéndum de paz en Colombia o del sorpasso en España, el estrecho margen que pronosticaban los sondeos hacía presagiar el bombazo. Y se ha producido y de forma contundente. El mundo afronta una nueva era y no será para bien. Nos esperan tiempos de incertidumbre y convulsión. La llegada de Trump a la Casa Blanca constituye una mala noticia para la convivencia.

Esperemos que las soflamas de campaña del excéntrico ganador no se consumen en hechos durante su mandato. Trump se ha mostrado en estado puro: autoritario, provocador, xenófobo, machista, intolerante, soberbio… Una ‘joya’ que han elegido con sus votos los ciudadanos americanos. Nos guste o no la elección ha sido un ejercicio de democracia. No se trata de reñir a los electores, como han hecho esta mañana Pablo Iglesias y sus cuates morados a través de las redes sociales al más puro estilo Julio Anguita, sino de encontrar las razones que expliquen por qué una mayoría de estadounidenses han dado su voto a este energúmeno político.

Nadie pone en cuestión la preparación y la solvencia de Hillary Clinton. Era la candidata del mundo civilizado e incluso de algunos republicanos que detestaban los modos y el histrionismo de Trump. Sin embargo, la demócrata no ha logrado conectar con la ciudadanía norteamericana por un cúmulo de circunstancias: lleva demasiado tiempo en política y no supone renovación alguna; era su segunda tentativa tras perder en 2008 en las primarias demócratas con Barack Obama y no ha despertado nunca la ilusión que acompañó al actual presidente en sus campañas; las cuitas personales la han perseguido todo este tiempo; las dinastías (primero su marido y ahora ella) no tienen buena venta en política; y no ha sabido aprovechar los gravísimos errores y las barbaridades de su contrincante. A todo ello, hay que sumar las dificultades para romper el techo de cristal en una sociedad con tintes machistas.

La pesadilla se hizo realidad. Y el mundo se enfrenta a sufrir la era Trump. En Europa el populismo se frota las manos y confía que la ola llegue a esta parte del Atlántico. En un año tendremos elecciones en Francia y Alemania y la demagogia populista ha ganado posiciones en esos países, como ocurrió en Reino Unido con el Brexit. ¡Qué desgracia!

Foto.- ABC.

PP y Podemos, por el arcén

Partido Popular y Podemos han definido una estrategia de campaña basada en la polarización. Ambas formaciones están priorizando las posiciones extremistas buscando un mano a mano que deje fuera del combate electoral al resto de siglas. Así, en las últimas horas hemos asistido como Íñigo Errejón comparaba a Mariano Rajoy con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, o como el Gobierno del PP prohibía las esteladas en la final de la Copa del Rey, un disparate convenientemente desautorizado por los tribunales de justicia. Son ejemplos de la exageración y el disparate que presiden los discursos y actuaciones en este arranque de la precampaña para el 26 de junio. PP y Podemos tienen un diseño de campaña que produce división entre españoles, que alienta el frentismo, que sólo genera crispación y aleja las propuestas que interesan a los ciudadanos. Desde un punto de vista metafórico, han optado por conducir por el arcén y han dejado todo el ancho de la calzada libre.

Frente al radicalismo de los márgenes, queda un amplio espacio en la autopista política para la moderación, la construcción en positivo y favorecer una convivencia armónica en este país. Lo expresaba con claridad la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, en una conferencia en Madrid hace un par de días: «Esa polarización que algunos anuncian y es evidente que otros procuran, es mala para España. Y no sólo porque la experiencia histórica, lejana y más reciente, nos muestre que esa polarización entre dos bandos simplifica la realidad española hasta el extremo de distorsionarla y de alguna manera embrutecerla«. En esta zona del espectro electoral, a la que han renunciado los de la gaviota y los morados, es donde se sitúa la mayoría de la población española y es donde se pueden alcanzar los grandes acuerdos que necesita España para salir adelante con fuerza. Pero ni Rajoy ni Pablo Iglesias están en eso: sólo piensan en el poder y en los sillones.

Foto.- outono.net.

Prejuicios medievales

En España nos queda mucho por avanzar en tolerancia y respeto a la identidad sexual de las personas. Dos episodios acaecidos en Andalucía demuestran los muchos prejuicios que persisten en nuestra sociedad y que nos hacen rechazar al diferente. En Cádiz, un joven árbitro de fútbol, el primero que ha reconocido públicamente su homosexualidad en público, cuelga el silbato porque, según sus palabras, no aguanta más. Jesús Tomillero está harto, y con razón, de escuchar mofas, insultos e ironías hirientes. De soportar a gente desalmada que aprovechando el anonimato de la grada descarga su agresividad y su crueldad por el mero hecho de ejercer su sexualidad como le da la gana. La homofobia no cabe en nuestro modelo de convivencia.

En Córdoba, un párroco de Posadas se parapeta tras la decisión del obispo de la diócesis, Demetrio Fernández, para negar la confirmación a un joven transexual del pueblo. José Belloso, de 28 años, quería recibir este sacramento para poder ejercer de padrino de bautismo de su sobrina. La respuesta de la Iglesia es medieval: «Tenía que haber aguantado el castigo que Dios le dio y la cruz que el Señor le mandó, sin ofender a la naturaleza«. ¡Qué lejos se encuentran estas palabras de las que predica el papa Francisco! Se declara no idóneo su estilo de vida, contrario a la moral católica. ¿No dijo Bergoglio que quién era él para juzgar a un gay «si busca al Señor y tiene buena voluntad«? Esta reflexión se podría hacer extensiva para cualquier persona por su identidad sexual. Estamos ante un caso de discriminación de manual, de transfobia, que tiene de nuevo como protagonista al obispo de Córdoba.

Si a la sociedad española le queda mucho trecho que recorrer, algunos altos representantes de la Iglesia católica están a años luz del tiempo en que vivimos.

Foto.– Jesús Tomillero. Mundo Deportivo.

Demasiada crispación

Tuit de Dani RiviraNo trasladamos una buena imagen como país cuando unos titiriteros pasan cinco días en prisión incondicional por una simple representación, eso sí, vergonzosa, de pésimo gusto e inapropiada para el público infantil. Enviamos malas señales como sociedad cuando el cómico Dani Rovira se lamenta de haber presentado la gala de entrega de los Premios Goya de cine por la sarta de insultos e improperios que ha recibido en su cuenta de Twitter después de su actuación, brillante y amena, por cierto. No favorecemos la convivencia cuando todo un ministro de Interior asegura sin ningún pudor que la banda terrorista ETA espera como «agua de mayo» un pacto de gobierno entre PSOE, Podemos e IU. No tendemos puentes cuando unas critican las raftas de unos y otros los abrigos de pieles de aquéllas. España necesita concordia y mesura, más tolerancia y menos cainismo, menos pirómanos y más apaciguadores. Cualquier acontecimiento dispara la crispación y el frentismo. No desaparecen las dos Españas que, parafraseando a Antonio Machado, nos siguen de tarde en tarde helando el corazón.