…le viene a Casado. ¡Y qué casta! De la casta de Esperanza Aguirre y los andaluces se mueven por el ‘pitas, pitas’. De la casta de Ana Mato y los niños andaluces estudian en el suelo. De la casta de Cristóbal Montoro y los andaluces son unos indolentes. De la casta de Rafael Hernando y Andalucía es como Etiopía. Casado se apunta ahora a la fiesta del agravio y del tópico manido y crea la casta de Andalucía es una anomalía democrática. Otro ejemplo más del estrabismo con el que la derecha mira a esta tierra. ¡Demasiado desprecio e insensibilidad! El presidente del PP tendría que dejar sus prejuicios y enterarse de que en Andalucía la gente vota libremente lo que le da la gana y que cada cual decide su sufragio con madurez política, que votamos aquí con la misma libertad y la misma madurez que lo hacen los ciudadanos de Castilla-León, donde su partido gobierna desde hace más de 30 años. Lo que sí es anómalo democráticamente es negarse a sacar de un espacio de homenaje a uno que llegó al poder tras un golpe de estado y una cruenta guerra civil y nos tuvo cuarenta años de represión y sin poder votar. También se tendría que desprender Casado del lastre de sus antepasados políticos. Pero si no lo hace, al menos que no insulte ni a los andaluces y a las andaluces ni a su inteligencia. Ya está bien de tanta ofensa gratuita y tanto estereotipo casposo. Aquí, como en toda España, la gente vota lo que quiere. ¡Entérese, señor Casado!
Foto.– Público. Casado, entre Aguirre y Aznar.