Cinco claves del debate

Mi resumen de urgencia del Debate sobre el Estado de la Nación en cinco claves:

1. El cabreo de Rajoy
El presidente del Gobierno se irritó y perdió los papeles. Sorprende que un político con tanta flema y tanta experiencia usara un tono faltón y palabras gruesas para defenderse de las críticas de los representantes de la oposición. Sus principales diatribas fueron contra el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. El socialista lo sacó de sus casillas y el único recurso que le quedó al gallego es llamarlo «patético». Anduvo destemplado el presidente, tanto que arremetió contra Rosa Díez y su egocentrismo e ironizó con los perfectos que son los dirigentes de IU. Pero en una tarde poco afortunada se le fue la mano con un tic antidemocrático al espetar a Sánchez un desabrido “no vuelva usted por aquí”. Las credenciales de los diputados las conceden los ciudadanos en las urnas. El dedo le puede funcionar en el PP, en la democracia quien quita y pone diputados son (somos) los ciudadanos. No conocíamos esa vis autoritaria de Rajoy. Mala tarde para un presidente atribulado e iracundo.

2. Buen estreno de Pedro Sánchez
El jefe de la oposición no sólo le aguantó el pulso a Rajoy, sino que fue capaz de bajarlo de su pedestal y llevarlo al terreno del debate de la calle. El presidente de Gobierno siempre tiene las de ganar en este tipo de debates y, pese a su experiencia, perdió la iniciativa frente al dirigente socialista. Sánchez lo puso ante el espejo de sus contradicciones y de su triunfalismo exacerbado: los recortes salvajes, el estropicio producido por la reforma laboral, el empleo precario, la caída de salarios, el fracaso de la austeridad a ultranza y la ausencia de regeneración democrática. En el cuerpo a cuerpo, se fajó bien, con soltura. Tanto que consiguió incendiar al presidente y que éste ofreciera la peor de sus imágenes. Un buen debut del socialista en un debate tan exigente como éste.

3. El rescate
La derecha se presenta como la salvadora de una España a la deriva por la gestión de la izquierda. Ha sido su mantra antes y durante su etapa de más de tres años de gobierno. Al grito de salvamos a este país del rescate, nos han causado unas cotas de sufrimiento inasumibles. Pero tras el cartón piedra de la propaganda se esconde angustia, recortes y también mentiras. Rescate ha habido. Como le decía Pedro Sánchez a Rajoy en tono sarcástico, rescue en inglés es rescate. Se refería a los 41.000 millones que nos ha costado a todos los españoles sacar al sistema financiero del barro. 23.000 millones sólo para Bankia por la pésima gestión de dos prohombres del PP: Miguel Blesa y Rodrigo Rato. Esta palabra tabú que Rajoy intenta desterrar del imaginario colectivo entró al salón de plenos del Congreso de la boca de la oposición. El PP vive en los mundos de Yupi, a los demás no nos convence.

4. La bandera andaluza
Ante la falta de candidato y referente político en Andalucía, el presidente del Gobierno es una suerte de jefe de la oposición de la Junta. Su dedo divino señaló a Juan Manuel Moreno Bonilla como presidente del PP andaluz, un dirigente que lleva más de veinte años en política y sólo se le reconoce por los tijeretazos que ha dado a la ley de dependencia como secretario de Estado. Como los animales acorralados, Rajoy se defendió a la desesperada con una serie de datos y argumentos falsos sobre esta comunidad autónoma. Era previsible una respuesta tan pobre y tan artera. Los argumentarios que le pasan están plagados de mentiras y prejuicios. El pimpampum contra Andalucía estaba en el deshilachado guión de Rajoy. Ya harto de ese sistemático menosprecio hacia esta tierra el diputado socialista Manuel Pezzi, granadino por más señas, sacó la bandera blanca y verde como señal de protesta. No le gustó a la bancada popular ese gesto reivindicativo. ¡Ya está bien!

5. Villalobos y Candy Crush
A la vicepresidenta del Congreso la pillaron jugando en su Ipad al Candy Crush mientras hablaba su jefe de filas, Mariano Rajoy. Si ni siquiera le interesaba a Celia Villalobos lo que decía el presidente, habrá que imaginarse que mucho menos al españolito de a pie. Más allá de la lectura en clave interna, el pasotismo de la política malagueña manda una señal muy negativa a la ciudadanía. ¿Cómo se puede distraer la número dos del Congreso cuando se está celebrando el debate más importante del año? Si amplias capas de la sociedad manifiestan su desafección hacia la política, detalles como éste no ayudan a recuperar la confianza de la gente.

Lapidario prenavideño del PP

Los dirigentes del Partido Popular se han despachado a gusto en estas fechas prenavideñas. Un somero repaso de las últimas 48 horas nos deja estas perlas de los barandas de la derecha:

Mariano Rajoy: «En muchos aspectos, la crisis es historia del pasado y estas Navidades van a ser la primera de la recuperación… Ya se nota en las nóminas de muchos españoles«. ¿Pensarán lo mismo los 5,5 millones de parados y los casi seis millones de trabajadores que ganan por debajo de 645 euros al mes?

Jorge Fernández Díaz: «Digan cuántos inmigrantes quieren acoger y si no, cállense… Si me dan la dirección donde a esa pobre gente los podemos trasladar y garantizan su manutención y que les dan trabajo le aseguro que les enviamos. Pero hay mucha hipocresía«. ¿Cómo puede responder así todo un ministro a las críticas de distintas instituciones nacionales y europeas, un centenar de ONG y hasta la propia Iglesia católica sobre la ilegalidad de las devoluciones en caliente?

Conrado Escobar, diputado y portavoz de la Comisión de Interior en el Congreso: «Las manifestaciones serán más libres porque estarán protegidas de los violentos«. ¿Los retrocesos de la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana nos hacen más libres o nos devuelven a tiempos más oscuros y de infausto recuerdo?

Luis de Guindos: «Si usted quiere investigación [el escándalo de Bankia], empiece por preguntar al Gobierno anterior y a los entonces responsables del Banco de España y de la CNMV, todos ellos nombrados por el Gobierno socialista”. ¿Hasta cuándo quieren estirar en el PP la cantinela de la herencia recibida? ¿No resulta patético que el ministro recurra a un argumento tan pobre cuando la gestión de esta entidad nos ha costado más de 23.000 millones a los españoles por la nefasta gestión de dos conspicuos miembros del PP, Miguel Blesa y Rodrigo Rato? Las dos instituciones aludidas por supuestamente mirar a otro lado se han revuelto contra Guindos en un gesto insólito, máxime al frente cargos nombrados por el actual Gobierno del PP, y defienden su actuación.

 

Paripé para Rato

La salida de Rodrigo Rato del Partido Popular por el escándalo de las tarjetas opacas y aledaños huele a paripé o a componenda. «La persona a la que usted se refiere», que diría Mariano Rajoy, ha presentado su baja temporal de militancia después de varios días de ruido mediático y de clamor de sectores del partido. E inmediatamente, la dirección del PP ha archivado el expediente disciplinario que tenía abierto. Será, siguiendo a su presidente, para no prejuzgar a su correligionario. El que fuera vicepresidente de Aznar y su candidato para sucederle (le dio dos veces calabazas) se ha ahorrado el mal trago de salir por la puerta trasera y muy pequeña del sótano y el partido, el disgusto de sacrificar en el altar público a unos de sus prohombres. Este ángel caído del paraíso neoliberal no se siente culpable del inmoral (y ya decidirá un juez si ilegal) uso de las tarjetas opacas. Todo un responsable de economía y hacienda de España durante ocho años y otros cuantos presidente del Fondo Monetario Internacional que se hace el sueco. Pero por escabroso e indignante que es el caso de las tarjetas black, aún ha sido más gravosa para la sociedad española la gestión de Rato y su antecesor, Miguel Blesa. Ambos dejaron a Bankia en la bancarrota y el rescate nos ha costado a los españoles 23.000 millones de euros. Que los árboles del lacerante episodio de las tarjetas no nos impidan ver el bosque de una gestión ruinosa cuya factura nos han pasado a los ciudadanos.

Las dos caras de Blesa

Miguel Blesa sobre las preferentes: «Un jubilado no es un ignorante financiero«.

Blesa, inspector de Hacienda en excedencia, ante el juez sobre las tarjetas opacas: “Nadie me dijo que hubiera que declarar estas cantidades«.

El magistrado ve indicios “racionales y bastantes” de que Rodrigo Rato y Blesa habrían “consentido, propiciado y aceptado» el uso de tarjetas black y les impone una fianza civil de tres y 16 millones, respectivamente, como autores de un supuesto delito de administración desleal.

Moraleja: Donde las dan, las toman.

Mitos y desvergüenza

El caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid/Bankia es una vergüenza. Este escándalo ha salpicado a representantes de todo signo y condición de partidos, sindicatos y patronal. La única diferencia es que cuanto más alto en la escala y más cerca al poder real en la Comunidad de Madrid mayor ha sido el uso fraudulento e inmoral de la citada tarjeta black. Xavier Vidal-Folch escribe un atinado artículo en El País concluye que este indignante culebrón de la caja madrileña acaba con tres mitos muy manoseados por el pensamiento neoliberal:

1. Es falso que es mejor que gobiernen los ricos porque no necesitan corromperse.

2. Es falso que la derecha siempre gestiona la economía mejor que la izquierda.

3. Es falso que un alto nivel de renta y de educación vacuna contra la irregularidad, el fraude fiscal y la corrupción.

Totalmente de acuerdo. Se puede decir más alto pero no más claro.

Foto.–  Miguel Blesa, presidente de Caja Madrid durante 14 años, pagó safaris con la tarjeta black.

Una investigación sobre Bankia

Con el pufo de Bankia, el Partido Popular se está lavando las manos. Miran hacia otro lado como si el despropósito no fuera con ellos. El Gobierno ha tardado cinco días en dar la cara, se ha escondido detrás del burladero de unos escuetos comunicados de prensa cuando se cernía sobre el sistema financiero nacional y, por consiguiente, sobre el valor de la marca España una tormenta de dimensiones imprevisibles. Su gestión de la crisis ha sido más que deficiente, ha frisado la temeridad. Con ese tiempo de silencio bochornoso, con la opinión pública necesitada de una explicación convincente, los peperos estaban ganando tiempo para articular un relato exculpatorio y buscar al chivo expiatorio. El dedo acusador ha señalado al gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Sin ser MAFO santo de mi devoción por sus desvaríos neoliberales con la reforma laboral y las pensiones, entre otras obsesiones, se antoja tremendamente injusto culpar al policía (el regulador) en lugar de los que cometen la fechoría (los responsables de las cajas, especialmente Caja Madrid, que alumbraron el nacimiento de Bankia). Habrá que reprender al gobernador por su negligencia in vigilando, pero los que han llevado a la ruina a la cuarta entidad financiera española han sido los gestores del Partido Popular, desde Miguel Blesa a Rodrigo Rato pasando por José Luis Olivas en la vertiente levantina. Bankia hace aguas por su excesiva exposición al ladrillo, por su ambición expansionista con fusiones de riesgo que han empeorado su cuenta de resultados y, si no fuera bastante, por una guerra soterrada de los gallitos del corral pepero madrileño (léase Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón) por el control del chiringuito. Con lo que nos va a costar a los españoles esta nacionalización del banco (o socialización de sus pérdidas), comparto con Ignacio Escolar que se debería abrir una comisión en el Parlamento para aclarar la quiebra y ordenar a la fiscalía que investigue si, más allá de las responsabilidades políticas, hay también responsabilidad penal.

Viñeta.– Los Calvitos en elplural.com