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Qué cruz tenemos con los últimos gobernadores del Banco de España. Son señores que ven la vida desde su atalaya acomodada y levitan a varios metros del suelo sin conocer las penurias que sufren muchas familias de este país para llegar a fin de mes. El actual inquilino, Luis María Linde, ha realizado su particular y neoliberal aportación al debate sobre las pensiones animando al ciudadano a firmar planes privados de jubilación. La gente que a duras penas consigue sobrevivir, los trabajadores con empleos precarios y salarios indecentes, los jóvenes que no consiguen sacar adelante su proyecto… habrán visto en estas palabras una ofensa. Igual que los pensionistas se sentirían indignados cuando hace unos días el gobernador sostenía con mucho desahogo que los pensionistas no deberían quejarse de la escasa subida de las pensiones: ya no tienen que hacer frente a hipotecas y eso mejora su paga mensual. Todo un dechado de sensibilidad y empatía, un razonamiento con mucho rigor académico. Ironía aparte, Linde linda con la falta de respeto. Lo cierto es que el máximo responsable del banco emisor sale al rescate del Gobierno y descarta que el incremento de las pensiones se vuelva a vincular al IPC. Que los jubilados pierdan poder adquisitivo, que haya un sistema público de pensiones sostenible, que la ciudadanía gane bienestar, que los pensionistas salgan a la calle pidiendo justicia social… le importa bien poco (al igual que al PP). Lo dicho: qué cruz.