Quitarse las pulgas

CajaSur se ha escapado de Andalucía. La BBK ha ganado la subasta de la caja cordobesa intervenida y en esta comunidad autónoma nos hemos quedado con un palmo de narices. Haciendo una lectura reglamentista, la entidad vasca ha presentado la mejor oferta y poco más habría que decir. Sin embargo, en un análisis más político, esta nefasta noticia merece señalar a los verdaderos culpables: la Iglesia católica, mayoritaria en el consejo de administración de la ya fenecida CajaSur, o si se quiere afinar el tiro, los seis canónigos que, junto con sus impositores marionetas y el sindicato amarillo, apretaron el gatillo para el suicidio de la firma abortando in extremis la fusión con Unicaja.

El Banco de España, conocedor del agujero que tenía CajaSur por la gestión calamitosa de los curas, bien podía haber apretado a la curia eclesial para evitar el desastre. No se quiso mojar y, como Pilatos, se lavó las manos, dejó hacer a las partes en la obligada fusión. Los canónigos pensarían que esto era un juego y que, pese a la bancarrota, la mano larga del Vaticano favorecería el milagro de la salvación. Los ineptos representantes de la Iglesia se tiraron el farol de sabotear la alianza con la primera entidad andaluza. El PP, con su doble juego, manifestándose en Córdoba contra la fusión, también ayudó a que descarrilara este esperanzador tren. Y llegó el tío MAFO (Miguel Ángel Fernández Ordóñez, presidente del supervisor nacional) con el mazo y mandó intervenir una caja en estado terminal.

Con la decisión del Banco de España, se ponía el cuentakilómetros a cero, se empezaba otra carrera. No pudo prosperar la oferta conjunta de Unicaja y Cajasol y por ahí se empezaron a esfumar las posibilidades andaluzas en esta segunda oportunidad. La BBK fue el mejor postor, es decir, la que menos fondos públicos requería para afrontar el reflotamiento de CajaSur. La maniobra de la Iglesia nos ha salido cara. ¿Ha faltado también compromiso de los cajeros andaluces en una operación tan vital para el fortalecimiento del sistema financiero autóctono? Seguro que sí. Queda, no obstante, la mayor: la unión de Unicaja y Cajasol. Y aquí no hay margen ni para los particularismos ni para marear la perdiz. Se ha de pasar a la acción con la convicción de que es el mejor camino (¿quizá el único?) para nuestros intereses.

Todos los grupos políticos y socioeconómicos suscribieron la hoja de ruta sobre las cajas trazada por el presidente de la Junta, Pepe Griñán. Primero, la puja conjunta por CajaSur y a continuación la fusión de las dos principales cajas de Andalucía. Como siempre, el Partido Popular se desliza por el ventajismo, por el oportunismo. La derrota es huérfana y la victoria tiene muchas madres. Como la jugada no ha salido del todo bien, ya está cogiendo las de Villadiego y apuntando toda su artillería contra Griñán. Llega a tanto su cinismo que incluso se queja del SIP (fusión fría) en el que se ha enrolado Caja Granada con varias entidades levantinas, cuando los representantes populares en los órganos de la misma votaron a favor de un futuro (¿incierto?) fuera de esta comunidad autónoma. El PP se desenvuelve al más puro estilo de Javier Arenas, sin compromiso y con la bandera de la conveniencia. Se quieren quitar las pulgas de encima como si ellos no hubieran participado en esta fiesta. Lamentable.

Hacia la gran caja andaluza

En pleno proceso de reordenación de las cajas de ahorro, Andalucía no se quiere quedar atrás. El presidente autonómico, Pepe Griñán, ha fijado una hoja de ruta clara para fortalecer el sistema financiero andaluz. Así, ha emplazado a Unicaja y Cajasol a dar pasos con celeridad hacia una gran caja andaluza. A este proceso sería bueno que se pudiera incorporar CajaGranada y completarse con la adición de la intervenida CajaSur.

El objetivo no es otro contar con una entidad netamente andaluza que favorezca el crecimiento social y económico de Andalucía y contribuya a financiar a las empresas y familias andaluzas, a reactivar nuestra economía y, en definitiva, a salir fortalecidos y en la mejor situación de la crisis. Esta política de alianza posicionaría a la entidad resultante entre las primeras del ranking nacional.

La iniciativa de Griñán encontró el respaldo de los dos partidos de la oposición en el Parlamento. Existe una coincidencia total que Andalucía no puede esperar y tiene consolidar sus músculo financiero en estos momentos. El sistema financiero español se está reestructurando con enorme rapidez y las cajas andaluzas deben participar de este proceso para consolidar sus posiciones frente a los movimientos de sus competidores. La apuesta ha de ser conjunta de todos los agentes implicados, también sindicatos, impositores y empresarios, para hacer alcanzar esta meta.

No caben actitudes timoratas ni decisiones tímidas. Hay que implicarnos de lleno en este proceso, a aspirar al máximo, a ir a por la mayor para trabajar intensamente en la construcción de esta gran caja andaluza. Es un reto importante, posible, viable financieramente y socialmente comprometido con nuestro territorio. De hecho, Cajasol ya ha mostrado su disposición.

La mejor opción para Andalucía es una gran entidad con domicilio en nuestra comunidad. Las cajas representan un modelo sólido, rentable, eficiente y solvente social y económicamente. Su historia está llenas de éxito porque estas entidades aportan solvencia, eficiencia al sistema financiero español. Las dos principales señas de identidad de las cajas, su vinculación al territorio y su orientación social, explican el porqué de su utilidad pública y de la conveniencia de esta gran caja.

Adiós al Pacto del Saray

Ya era hora de que la sociedad granadina se desembarazara de los grilletes del Pacto del Saray. Todos los partidos políticos y organizaciones económicas, sindicales y sociales sellaron en 2001 un acuerdo para salvaguardar el carácter provincial de CajaGranada, entonces aún con el nombre comercial de La General, ante una eventual fusión con otras cajas de ahorro andaluzas. La firma granadina ha ido eludiendo los sucesivos procesos de concentración de entidades financieras dentro de la comunidad autónoma con el objetivo autárquico de preservar sus señas de identidad y su compromiso con el terruño.

Resultan paradigmáticas estas palabras pronunciadas por Gerardo Cuerva, presidente de la patronal granadina, hace poco más de un año: «CajaGranada funciona muy bien y puede suscribir pactos puntuales de colaboración, pero perder la sede, el nombre, el poder económico de Granada, no, para nada«. Estas declaraciones ejemplifican el clima y el sentir de la sociedad granadina sobre la singularidad de su caja, un enfoque que visto desde fuera se antoja localista y desfasado. Los usuarios, sean de Granada o de Huelva, lo que esperan de una entidad de ahorro son buenas prestaciones, las mejores ofertas crediticias y una gestión profesional, y no alegatos identitarios.

Ahora a la fuerza ahorcan. La crisis económica y su derivada financiera están empujando a las cajas a aumentar su dimensión y fortalecerse para ser competitivas y solventes.  CajaGranada renunció a una posible alianza con Unicaja o con Cajasol por entender, desde su autonomía, que su futuro no estaba en las fusiones, sino en proseguir su aventura en solitario. Los tiempos cambian y la propia entidad ha reconocido conversaciones con varias entidades como Caja Cantabria, Cajastur, Caixa de Baleares, Caja Extremadura y Caja Murcia para trabajar en una posible integración que daría como resultado la tercera mayor caja de España, tras La Caixa y Caja Madrid.

El proyecto de concentración financiero tiene buena pinta. Sin fructifica, saldrá una caja fuerte, con dimensión y activos. Es imprescindible ahora más que nunca aumentar el tamaño y la fortaleza en el sector financiero. No queda más remedio que redoblar la eficiencia y la competitividad. Parece que esta fusión en la que enrola CajaGranada respeta la personalidad propia de cada caja en su territorio y la obra social, integrando sólo responsabilidades y recursos. Sin ser nacionalista, y considerando ya inevitable el movimiento de integración con entidades de fuera, me habría gustado más una fusión con cajas de Andalucía.