Viaje

VIAJE
Cristina Peri Rossi

Mi primer viaje
fue el del exilio
quince días de mar
sin parar
la mar constante
la mar antigua
la mar continua
la mar, el mal
Quince días de agua
sin luces de neón
sin calles sin aceras
sin ciudades
solo la luz
de algún barco en fugitiva
Quince días de mar
e incertidumbre
no sabía adónde iba
no conocía el puerto de destino
solo sabía aquello que dejaba
Por equipaje
una maleta llena de papeles
y de angustia
los papeles
para escribir
la angustia
para vivir con ella
compañera amiga

Nadie te despidió en el puerto de partida
nadie te esperaba en el puerto de llegada
Y las hojas de papel en blanco enmoheciendo
volviéndose amarillas en la maleta
maceradas por el agua de los mares

Desde entonces
tengo el trauma del viajero
si me quedo en la ciudad me angustio
si me voy
tengo miedo de no poder volver
Tiemblo antes de hacer una maleta
—cuánto pesa lo imprescindible—
A veces preferiría no ir a ninguna parte
A veces preferiría marcharme
El espacio me angustia como a los gatos
Partir
es siempre partirse en dos.

Sweet Jane

SWEET JANE
Pablo García Casado

lou reed

yo he vivido mucho tiempo pendiente de un hilo
telefónico de un buzón sin cerradura de las manos
de unos hombres que no quisieron encontrarme

acumulando toda clase de pastillas esquivando
como pude los domingos por la tarde yo he vivido
demasiado tiempo al otro lado de la pantalla

mirando el amor por los anuncios

Aquello en lo que te fijas…

AQUELLO EN LO QUE TE FIJAS CUANDO SALIMOS POR LAS NOCHES
Elena Medel

Mi madre me enseñó que la mejor forma de pasar por la
vida era renunciando a la propiedad particular.
Ella me convenció de que podría transformar los balbuceos
en música de cámara, con mis zapatos.
Tus zapatos son mágicos, me dijo. Pierde uno y ganarás un marido.
Vende dos y ante ti se revolverán las semillas de tu reino
.
Y yo susurraba: mi reino eterno. Junto a él.
Decidí que los compraría de colores para camuflar mi identidad,
sobrios si aspiro a desvelar mis secretos.
No tacones ni zapatos planos ni aerodinamismo; le quiero
suciamente. He descubierto que pasos-pequeños
conducen a una-mujer-seria-con-dos-rayas-absortas.

Descalza, de puntillas, vuelvo a tener diez años y a morirme
por dentro de tanta soledad.

Con quién haré el amor

CON QUIÉN HARÉ EL AMOR

Francisco Brines

En este vaso de ginebra bebo
los tapiados minutos de la noche,
la aridez de la música, y el ácido
deseo de la carne. Sólo existe,
donde el hielo se ausenta, cristalino
licor y miedo de la soledad.
Esta noche no habrá la mercenaria
compañía, ni gestos de aparente
calor en un tibio deseo. Lejos
está mi casa hoy, llegaré a ella
en la desierta luz de madrugada,
desnudaré mi cuerpo, y en las sombras
he de yacer con el estéril tiempo.

Vuelve la hora feliz. Y es que no hay nada
sino la luz que cae en la ciudad
antes de irse la tarde,
el silencio en la casa y, sin pasado
ni tampoco futuro, yo.
Mi carne, que ha vivido en el tiempo
y lo sabe en cenizas, no ha ardido aún
hasta la consunción de la propia ceniza,
y estoy en paz con todo lo que olvido
y agradezco olvidar.
En paz también con todo lo que amé
y que quiero olvidado.

Volvió la hora feliz.
Que arribe al menos
al puerto iluminado de la noche.

La espera

LA ESPERA
Joan Margarit

Te están echando en falta tantas cosas.
Así llenan los días
instantes hechos de esperar tus manos,
de echar de menos tus pequeñas manos,
que cogieron las mías tantas veces.
Hemos de acostumbramos a tu ausencia.
Ya ha pasado un verano sin tus ojos
y el mar también habrá de acostumbrarse.
Tu calle, aún durante mucho tiempo,
esperará, delante de tu puerta,
con paciencia, tus pasos.
No se cansará nunca de esperar:
nadie sabe esperar como una calle.
Y a mí me colma esta voluntad
de que me toques y de que me mires,
de que me digas qué hago con mi vida,
mientras los días van, con lluvia o cielo azul,
organizando ya la soledad.

* Margarit, uno de mis poetas preferidos, ha ganado esta semana el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana a sus 81años.

La extraña

LA EXTRAÑA
Julia Uceda

La fatiga e’sedersi senza farse notare.
Cesare Pavese, Il vino triste.

Me levanté sin que se dieran cuenta
y salí sin hacerme notar.
Había estado todo el día
entre ellos, intentando
hacerme oír,
procurando decirles
lo que me habían encargado.
Pero el recado que me dieron
no era preciso. El humo,
la música, el ruido de las risas
y de los besos —estallaban
como las rosas en el aire—,
eran más fuertes que mi voz. c
ansada
de mi trabajo inútil,
me levanté,
abrí la puerta
y salí del hermoso lugar.
desde la calle
miré por la ventana: nadie había
advertido mi ausencia.
caminé. Volví el rostro:
ninguno me seguía.

Soledad

SOLEDAD
Elena Martín Vivaldi

Y era un silencio duro como piedra;
un silencio de siglos.
Era un silencio adusto, impenetrable;
un silencio sin venas.
Era un dolor de amor, hecho de largas
noches sin el amado.
Hecho de fieles manos que se tienden
estremecidas, solas.
Era una voz dormida entre las sombras,
unas lágrimas secas.
Febril temblor de labios, una loca
esperanza desierta.

No te volveré a ver

NO TE VOLVERÉ A VER
Joan Margarit

Es esta piel violeta de una noche
que dejamos pendiente.
Y tu silencio suena como un saxo
de oro negro en el fondo
de los días sin ti.
En tu pecho jadea el contrabajo,
y en tu flanco, tan cálido de sombra
que siempre soñaré cuando mi mano
lenta avance hacia ti.
Músicos en penumbra, los instrumentos de oro
en sus bocas lilosas: ya, la vida
no me devolverá la que aposté
a tu cuerpo desnudo cuando eras una fiesta.
No queda más que -al piano- un negro ciego,
nuestro amor: toca solo en la sombra
y mi sueño se duerme entre sus dedos.