Nuestro tiempo

NUESTRO TIEMPO
Joan Margarit

Cuando nos dimos cuenta, ya estaba en las ventanas,
como para quedarse. Pero ahora
nada nos ilumina sino esa vaga niebla.
A veces, una luz desgarradora.
El nuestro fue otro tiempo mucho más inocente:
Todavía en las obras celebrábamos
cuando, sin accidentes, la estructura
Llegaba a lo más alto y se cubrían aguas.
Vivíamos en calles
a las que les sentaba bien un nombre
Como el de las Camelias.
Entre las azoteas, cada noche
se encendían las luces
del ático de nuestra juventud.
Entre las voces suaves y lejanas,
alguna vez, se oye un grito de pánico.
Pero una herida
es también un lugar donde vivir.

  • Joan Margarit, uno de los grandes de la poesía contemporánea, Premio Cervantes 2019, falleció el 16 de febrero a los 82 años.

Un cuento

UN CUENTO
Joan Margarit

No digas nada, Joana,
tan sólo escúchalo y no digas nada.
Íbamos caminando en la lluviosa
mañana por el pueblo adormecido,
entrábamos despacio
por una larga calle de adoquines
que no llevaba hacia ninguna parte.
Los niños nos llamaban con canciones
para acercamos al canal, que viésemos
su casa reflejándose en el agua.
Te gustaba, ¿recuerdas?,
ver a los niños. Al marchamos
quedaban sus caritas pegadas al cristal,
sus voces apagándose en el agua.
Llegamos tarde. Demasiado. Tanto
que siempre volveremos separados:
ese es el precio por haber podido
entrar dentro de un cuento.
Y qué suerte encontrarte ahora aquí,
de madrugada, convertida en patio:
esto quiere decir que todo el tiempo
estabas junto a mí en la oscuridad

El alba en Cádiz

EL ALBA EN CÁDIZ
Joan Margarit

Delante del hotel el mar brumoso.
Las largas líneas de la espuma gris
dibujan una barra de arrecife
ante la balaustrada de la playa.
He oído tu nombre pronunciado
en la lengua del mar. Y dice que te vas.
Lo repiten las negras, solitarias cigüeñas
que en silencio planean sobre el agua.
Nunca sabré qué sabes tú de mí,
ni en qué verdad hemos estado juntos,
ni si en ella estaremos para siempre.
No puede ser un mal dolor
si es un dolor que viene desde ti
por este turbio mar. Diciembre:
el último diciembre juntos.
Después, buscar en mí tu voz perdida.

* El poeta catalán Joan Margarit ha sido galardonado esta semana con el Premio Cervantes 2019.

La espera

LA ESPERA
Joan Margarit

Te están echando en falta tantas cosas.
Así llenan los días
instantes hechos de esperar tus manos,
de echar de menos tus pequeñas manos,
que cogieron las mías tantas veces.
Hemos de acostumbramos a tu ausencia.
Ya ha pasado un verano sin tus ojos
y el mar también habrá de acostumbrarse.
Tu calle, aún durante mucho tiempo,
esperará, delante de tu puerta,
con paciencia, tus pasos.
No se cansará nunca de esperar:
nadie sabe esperar como una calle.
Y a mí me colma esta voluntad
de que me toques y de que me mires,
de que me digas qué hago con mi vida,
mientras los días van, con lluvia o cielo azul,
organizando ya la soledad.

* Margarit, uno de mis poetas preferidos, ha ganado esta semana el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana a sus 81años.

La muchacha del semáforo

LA MUCHACHA DEL SEMÁFORO
Joan Margarit

Tienes la misma edad que yo tenía
cuando empecé a soñar con encontrarte.
Entonces ignoraba, igual que tú lo ignoras,
que el amor se transforma en el arma cargada
de soledad y de melancolía
que ahora está apuntándote en mis ojos.
Tú eres la muchacha que busqué
durante tanto tiempo cuando aún no existías.
Y yo el hombre hacia quien querrás
alguna vez encaminar tus pasos.
Pero estaré tan lejos de ti entonces
como lo estás ahora de mí en este semáforo.

No tires las cartas de amor

NO TIRES LAS CARTAS DE AMOR
Joan Margarit

Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.

* Joan Margarit ha recibido esta semana el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2017.

Las mil y una noches

LAS MIL Y UNA NOCHES
Joan Margarit

Me miras: el presente son tus ojos,
unos instantes que se desvanecen
y no puedo cambiar. Pero también
son un mañana que ya estaba escrito
en el fugaz espejo de la infancia.
Y se convertirán en el ayer,
la suma indiferencia de los años.
Después serán recuerdo, un mundo gris
donde te mire aunque no pueda verte.
Tras el recuerdo habrán de ser olvido:
nadie sabrá por qué estabas mirándome
ni por qué hay este pozo en tu lugar.
Cada instante una historia diferente
de las mil y una noches en tus ojos.

Mientras tú duermes

MIENTRAS TÚ DUERMES
Joan Margarit

A Joana

En la plaza humillada por la lluvia
miro la alta ventana iluminada
que no quiero perder: no he de rendirme
a la condena de la vida.
Este no es ni un lugar de la ciudad:
nadie en los bancos y, sobre la arena,
los charcos que reflejan
la luz del rótulo del hospital.
El cristal de las puertas automáticas,
que la luz del vestíbulo ilumina,
de vez en cuando se abre y deja paso
a una oscura figura rutinaria.
Unas muletas cruzan,
invisibles, la calle y se aproximan
a uno de los coches aparcados,
el nuestro, en el que iremos en silencio
bajo la lluvia hacia el dolor futuro.
Tu calidez ha sido tan efímera.
Triste felicidad la de esta calma
mientras recuerdo
cuando tú y yo teníamos mañanas
que nos guardaban las miradas.
Tenía tanto miedo
a tener que dejarte sola un día.
Por débil y pequeña que la luz
sea en la oscuridad, es mi consuelo:
no habrá más desamparo ya que el mío.

En torno a la protagonista de un poema

EN TORNO A LA PROTAGONISTA DE UN POEMA
Joan Margarit

Conocía muy bien tu piel dorada,
la señal de peligro de tus ojos azules.
Sueños de profesor que comenzaba
a perder su futuro. Hace mucho surgiste
entre aquellos muchachos y muchachas
del bar acristalado de nuestra Escuela blanca,
desde donde veíamos el mar.
Me preguntan quién eres. Quizás, un día, expertos
en soledad y en crímenes pasados
buscarán, amparada en las palabras,
la sombra de tu nombre y no hallarán
sino cartas violeta de la noche
y el rastro, entre papeles, de unos ojos azules.