¿Tamayazo a la catalana?

Leo en El País que Artur Mas busca disidentes de la CUP para seguir en el poder. No me ha extrañado esa publicación. Unas horas antes, comentaba con una periodista de una cadena de radio nacional la posibilidad de un atajo a la desesperada para salvar el pellejo del president en funciones, que cada día que pasa tiene más aspecto de cadáver político. Se me vino a la cabeza el tristemente famoso ‘tamayazo’ de 2003, la compra de dos diputados socialistas que impidieron un gobierno de izquierdas en la Comunidad de Madrid y facilitaron el acceso a la Presidencia de Esperanza Aguirre. No tiene por qué reeditarse una peripecia tan bochornosa. Son otros tiempos, otros actores y otro escenario político. Lo que sí coincide es que hay mucho en juego. El postpujolismo, término acuñado por Xavier Vidal-Folch, apura las pocas fechas que quedan para evitar la repetición de las elecciones. La soflama de Mas contra la formación anticapitalista, además de hurgar en la división interna, intenta mover el no a su investidura tras un largo, proceloso y complejo proceso asambleario. El president ha apelado al chantaje patriótico para romper la disciplina de voto en el seno de la CUP. Confiemos en que los diez diputados cumplan con el mandato que le han dado sus bases y no salte la sorpresa. Es lo que faltaría ya al histérico proceso de independencia iniciado por Mas y sus cuates. Sería toda una paradoja para los que quieren romper que Cataluña acogiera un episodio tan a la española. Tendría guasa un ‘tamayazo’ a la catalana.