¡Con la Iglesia NO hemos topado!

Rouco, gorra en mano, de manifa.Se esperaba la fumata blanca. Éstaba cantada (también en gregoriano). A nadie ha sorprendido el comunicado en forma de homilía rancia emitido por los obispos andaluces. ¿Quién podía esperar otra salida? Sus ilustrísimas han pedido el voto como siempre para la derecha (de forma muy explícita, sin ambages) y han amenazado con las llamas del infierno a los que defienden una moral distinta a la que ellos predican desde sus púlpitos.

Este comunicado ha sido consecuente con los cuatro años de desgaste al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. ¡Qué legislatura nos han dado! Ya están de campaña, pero su precampaña ha sido larga e intensa (Rouco, Cañizares, Gasco y Camino nos llevan obsequiando con sus mítines admonitorios durante mucho tiempo). Y eso que Jesucristo dijo que al césar lo que es del césar y a Dios lo que Dios.

La prelatura española ha vivido su particular contrarreforma involucionista. O dicho de forma más espiritual que terrenal: ha reescrito con renglones torcidos el Concilio Vaticano II. Eso sí, no sólo están más lejos de la ciudadanía, sino de espaldas a los creyentes. Quizá por eso los seminarios y las iglesias cada vez están más desiertos.

Desde que Rouco se cambió el solideo por la gorra hip-hop de manifestación, la prelatura ha tomado las calles. Contra el matrimonio de las personas del mismo sexo, contra la Ley de Educación, contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía, contra el divorcio, contra el aborto y hasta contra la política antiterrorista del Gobierno… Suma y sigue. Están desatados. Resulta curioso que sólo se mueven cuando hay un Gobierno socialista, durante los años de Aznar ni una palabra contra el aborto o el divorcio. Paradojas de la vida.

Lo único chocante en la epístola de los obispos andaluces es su sobrevenida preocupación por la economía y el presunto triángulo diabólico que forman la supuesta crisis, la inmigración y la delincuencia; observación que no suena evangélica, sino más bien con ribetes xenófobos. Incluso, han mostrado inquietud por la marcha del sector de la construcción, precisamente la misma semana en que se ha conocido el pelotazo urbanístico del Obispado de Ávila con la aquiescencia del Ayuntamiento de aquella ciudad, presidido por un alcalde del PP. Así en la tierra como en el cielo.

Aunque supone una estampa del pasado ciertamente perjudicial para este país, la derecha española sigue buscando el abrigo de las sotanas y guarecerse bajo palio. Se les olvida con demasiada frecuencia que la Constitución española consagra un estado laico y aconfesional. Si el PP se da tantos golpes de pecho constitucionales, ¿por qué no defiende con la misma pasión todos sus artículos? Claro: cónclave de obispos, ganancia de populares. Al menos eso creen ellos.