Lágrimas de cocodrilo

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La parte íntima de los viajes del presidente de Extremadura a Canarias me importa un rábano. Sin embargo, el uso indiscriminado de dinero público para disfrute personal si es de interés general. José Antonio Monago se desplazó en 32 ocasiones a las Islas Afortunadas entre 2010 y 2011, a razón de dos visitas al mes, a cargo del erario público y sin agenda institucional conocida. Haciendo un redondeo estaríamos hablando de más de 60.000 euros de nuestros impuestos con un destino más que cuestionable. Eso es lo que tiene que explicar ante la opinión pública y si no ofrece datos ni una justificación convincentes, asumir las consiguientes responsabilidades políticas. El diputado aragonés y número dos del PP en Teruel, Carlos Muñoz Obón, anunció anoche la dimisión de todos sus cargos y la baja en el partido por los mismos motivos que se le imputan al dirigente extremeño.

Este escabroso asunto de Monago protagonizó ayer, casualidades de la vida, unas jornadas nacionales sobre buenas prácticas de gobierno con toda la plana mayor de su partido en Cáceres. Monago, tras su rueda de prensa matinal en tono bravucón y soberbio, se enterneció y lloró ante unos compañeros que los recibieron con una ovación acrítica pese al escándalo. Recurrió al victimismo y dejó escapar unas lágrimas de cocodrilo para suavizar el ambiente tenso que se respira en las últimas horas en el seno del PP. Monago se aferra ahora a que lo pagó él, pero antes sostuvo que iba a Tenerife porque era el coordinador en el Senado para Andalucía y Canarias. Otra nueva excusa porque la primera coartada era de poco peso y difícil de creer y que deja en muy mal lugar a sus correligionarios de ambas autonomías. Desde luego, en Andalucía no se le ha visto nunca ejerciendo y, conociendo a Javier Arenas, dudo mucho que hubiera dejado en su día que le movieran el gallinero. Los senadores canarios también lo han desmentido. A los españoles nos faltan explicaciones.

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