Apoyo envenenado

El Gobierno de España hace meses dijo basta ya al chantaje de los controladores aéreos. Durante estos días, estos nuevos ricos siguen desfilando por instancias judiciales después de un motín que ocasionó un daño terrible a cientos de miles de pasajeros y a la imagen y la credibilidad de España en el comienzo del Puente de la Constitución. En estos momentos de crisis, cuesta trabajo entender que este colectivo quiera seguir manteniendo sus privilegios y prerrogativas cuando todo el mundo se está ajustando el cinturón. Es una casta de ventajistas que se aferra con uñas y dientes a las ventajas que les concedió el gobierno del PP en 1999.

Y en esta demencial carrera, los controladores han encontrado un aliado. Un grupo político más preocupado en sus urgencias electorales que en el sufrimiento de muchas personas atrapadas como rehenes en los aeropuertos o en el golpe asestado a este país. Todavía resuenan los ecos de las primeras palabras de Rajoy en la tarde del viernes con una patética equidistancia en lugar de ponerse del lado del Gobierno y de los ciudadanos. Él se fumaba un puro en Lanzarote mientras todo el mundo padecía la irresponsabilidad de los controladores.

En el fondo de esta triste respuesta de Rajoy, confirmada esta semana en el Congreso, está que han visto en este conflicto una oportunidad de desgaste al Gobierno socialista y han diseñado una estrategia para sacar tajada electoral. ¡Qué lejos queda el apoyo sin fisuras al Gobierno! Al PP le da igual el prestigio y la posición de España en el mundo y el calvario sufrido por la ciudadanía, prefiere llegar al poder aun a costa de España y los españoles.

Sigue flotando una duda y que el PP tendría que resolver cuanto antes. ¿Qué se tramó en las tres reuniones que se celebraron en el Senado entre representantes de los controladores y del PP en los días previos al golpe aéreo? ¿Ha jaleado el PP a los controladores dentro su estrategia de cuanto peor, mejor? No quiero ser mal pensado, pero mucho me temo a que sí. ¡Porca miseria!