Fracaso total

Mariano Rajoy se ha jugado su gestión al todo o nada. El único objetivo de su acción de gobierno es la reducción del déficit público. Ése es el mantra que repiten machaconamente él y su coro de colaboradores. A ese propósito lo supeditan todo. Les da igual sus compromisos y el bienestar de la ciudadanía. Sobre el altar del déficit público han sacrificado el empleo, la dinamización de la economía, la revaloración de las pensiones, las prestaciones por desempleo, la convivencia y la seguridad en el trabajo (reforma laboral), la educación y la sanidad públicas, las ayudas a la dependencia y a personas con discapacidad, la justicia gratuita y la tutela judicial efectiva que consagra la Constitución… Rajoy está dinamitando la igualdad de oportunidades, los servicios públicos y el estado del bienestar. Recortes a tutiplén y todo por cumplir con las exigencias que desde Berlín le marca Merkel dentro de una estrategia concertada con los bancos alemanes.

Hete aquí, y si no cambia mucho el panorama, que España va a cerrar el año con un déficit superior al autorizado. Ni siquiera con el punto de gracia que le concedió la canciller germana y las autoridades comunitarias y que el Gobierno de la nación se apropió en su integridad sin compartir con las comunidades autónomas. Rajoy se puso un reto por encima de cualquier otra consideración y no sólo no lo ha logrado, sino que ha propiciado un enorme destrozo en el modelo social difícil de recuperar. A punto de cumplirse un año de su aterrizaje en la Moncloa, el mandato del PP se puede catalogar de fracaso total.